Unmmm , recordaba su piel…tensada y suave al hacer el amor,
sus movimientos eléctricos y los suaves y tiernos, todos encaminados hacia su más alto placer.
Cómo disfrutaba viendo endurecer sus pezones al roce del hielo, esa era una delicia de dioses, y tras el hielo, el calor de su lengua lamiendo el frío rastro mojado. .Quería sentirse atrapada en aquellas manos que redondeaban sus pechos apretándolos, sin contemplaciones, estrujando y tirando, mientras con cada embestida, con cada palpitación, lo sentía tan adentro suyo, domándola, haciéndola mujer.
Lograba encenderla con todos los susurros obscenos que deslizaba en sus oídos mientras acariciaba su cuello.
Sus besos largos, su lenguas enredadas, solo pensarlo y un suspiro mojaba su grieta humedeciéndola.
Lo disfrutaba cuando él, vendando sus ojos, la tomaba desde atrás estirando sus cabellos, penetrando sus entrañas y azotaba sus nalgas en ese punto exacto que la excitaba tanto, en ese instante él era su amo y señor y ya no podía otra cosa que complacerlo en todos sus caprichos, ser suya por entero.
Cómo amaba sentir su miembro endurecido en cada oquedad de su cuerpo, mirarlo a los ojos con todo el vicio de su mirada, mientras su lengua y su boca lo recorrían, y llevarlo hasta la explosión de toda su gloria, hacerlo temblar como a un niño.
Hoy lo tendría en sus brazos y cumpliría cada calenturienta fantasia que él le había hecho imaginar durante toda la semana, trasladándola con cada palabra suya a cualquier sucio deseo… Se perfumó y se puso el vestido violeta que sabía tanto le gustaba y su lencería de encaje más sexi, se pintó los labios de carmín y salió a su encuentro.
Sabía que sería todo una sorpresa, con él siempre lo era…

FRAN RUBIO VARELA.© Septiembre 2018