Me apresuré a pedirle al valet que busque mi auto. todo lo vivido nos había dejado a los dos tan excitados como turbados, pero era la primera vez que mi mujer me confesaba estar “re caliente” y eso no lo pensaba desaprovechar ni un minuto.

Breves momentos después apareció el valet con mi auto, se bajó, le abrió la puerta a mi mujer y ella se subió enseguida. Seguía seria, como cuando salimos, lo que me confundía un poco, no sabía si estaba enojada o simplemente trataba de mantenerse en postura después de haber visto lo que vimos.

Subí al auto y arranqué. No cruzamos palabra hasta que pasamos la garita de seguridad y salimos nuevamente al camino medio desolado que conducía al country. Miré a mi mujer, que miraba hacia afuera, ella giró la cabeza, me miró seria y me dijo “pará el auto donde puedas”. Acto seguido tomó mi cinturón, tiró de él y lo desprendió, abrió mi pantalón y, metiendo la mano, dejó escapar mi pija, que estaba en su máximo de erección, se agachó y se la metió vorazmente en la boca, comenzando a chuparme con unas ganas desconocidas en ella, todo esto mientras yo manejaba y trataba de buscar un recodo en el camino para estacionarme. Lo logré casi en una esquina, no pasaba nadie y estaba todo desierto, por lo que estacioné el auto, apagué las luces y recliné mi asiento para que ella tuviese más espacio para seguir haciendo su maravillosa fellatio.

Se tragaba mi pija con voracidad, estaba de rodillas en su asiento y movía su cabeza tragándose todo hasta la base, yo estiré una mano y toqué su tanga por debajo del vestido, mi Dios, chorreaba jugos a más no poder. Estaba totalmente caliente, al punto que apenas la toqué emitió un gemido de placer….

Al cabo de unos segundos ella se subió el vestido hasta la cintura y, pasando su pierna por encima de mí, se puso a horcajadas, ubicando la punta de mi verga entre sus hinchados labios. No hizo más que apuntar y se sentó de golpe, con fuerza, diría casi con desesperación, se enterró hasta mis testículos de un solo golpe y comenzó a moverse, parecía poseída por un deseo incontrolable, galopaba encima de mi verga enterrándosela lo más que podía….

Tomó mi cabeza por la nuca y, desprendiéndose el vestido, me empujó una de sus tetas en mi boca. Todo esto me encantaba, pero no dejaba de sorprenderme el estado de lujuria y excitación desenfrenada totalmente desconocidas para mí. Todo duró menos de dos minutos, su estado era tal que al cabo de ese tiempo encorvó su cintura y, dando un grito seco y profundo, acabó entre espasmos, chorreando jugos que corrían por mi tronco y mojaban el tapizado de la butaca…

Yo seguía al palo, no había acabado, mientras mi mujer se desplomaba encima mío, totalmente entregada a un estado de éxtasis y disfrutando de los espasmos que aún le producía el orgasmo que acababa de tener. Creo que recién en ese momento reaccioné, suavemente la saqué de su posición, sacando mi verga erecta de su conchita. Cn un movimiento un poco torpe pude recostarla sobre mi asiento, quedando yo encima de ella. Bajé hasta mis tobillos mi pantalón, me arrodillé y me zambullí para darle una chupada de esas que siempre hacen que acabe. Su concha estaba hinchada, los labios repletos de sangre no dejaban de sacar sus fluidos, eso me encantaba, mientras pasaba mi lengua desde su clítoris hasta la entrada de su vulva ella comenzó ,gemir y a retorcerse nuevamente. Bajé un poco más con mi lengua y comencé a chuparle su culito, que ya estaba empapado de fluidos. De a poco le fui metiendo uno, dos, tres dedos en la cola y esta se iba dilatando sin ningún tipo de resistencia. Al cabo de unos pocos minutos me incorporé y, subiendo sus piernas a mis hombros, le enterré la verga nuevamente hasta el fondo. Ella comenzó a gemir de nuevo, se venían nuevos orgasmos y ella los iba a recibir encantada, se preparaba con sus movimientos de cadera para eso….
Mientras bombeaba con la mayor fuerza que podía, me incliné sobre ella y comencé a susurrarle al oído… “Nunca te vi tan caliente, todo lo que viste te gustó, ¿verdad?” Ella solamente gemía…. “Te calentó el amiguito que bailaba con vos, ¿te hubiera gustado cogértelo?” Ella simplemente dijo “ssíííí”, entre gemidos, eso me puso más loco aún. Bombeé un par de veces más y, saliendo hacia atrás, la tomé de los tobillos y la di vuelta en el asiento, dejándola en posición de “perrito”. Sin pensarlo, apunté mi verga hacia su dorado agujero y, apoyando la punta, empujé hasta meterle toda mi verga en su precioso culo. Ella no solo lo resistió bien, sino que además tiró su cuerpo hacia atrás para que la clavada fuera aún más profunda. Comencé a bombear con todas mis fuerzas, agarrándola por los hombros, tratando de ir lo más adentro posible. Ella gemía y movía sus caderas sin parar, yo la cogía y le decía “la próxima no zafás, la próxima te vas a coger a quien yo te diga…” Ella solamente emitía gemidos y decía “ssíííí a todosssss”, hasta que no di más y me descargué completamente dentro de su cola. Ella, al sentir mis espasmos, se retorció y acabó de nuevo…. Era la primera vez que una penetración anal la hacía acabar, lo que mostraba el grado de calentura al que habíamos llegado….

Después, todo fue silencio y obscuridad. Yo quedé tirado un rato sobre su espalda, me incorporé de a poco y me senté en el asiento del acompañante, con los pantalones y el boxer a la altura de los tobillos y mi mujer con el vestido totalmente fuera de lugar, con la cola al aire, la tanga corrida y las tetas apoyadas sobre el tapizado del asiento…. Pasamos por lo menos un par de minutos así, sin movernos, recuperando la respiración de a poco y volviendo a nuestra plena conciencia después de haber disfrutado de una de las mejores cogidas que hemos tenido, sino la mejor, seguro era la mejor en años….

Al rato me subí los pantalones y me acomodé un poco. Ella se dio vuelta y se acomodó el vestido. Le dije, “salgo y entro por la otra puerta, así vos te pasas a este lado”, acto seguido lo hice y, acomodando el respaldar del asiento, encendí nuevamente el auto y le miré… estaba extasiada, pero contrariada (nunca terminaré de entender a las mujeres). Le pregunté si estaba bien, me dijo “estoy fantástica, pero no quiero hablar ni de la fiesta ni de lo que acaba de pasar”. Abrí lo ojos sorprendido, le dije simplemente “no entiendo”, “no importa que lo entiendas, solamente no quiero hablar de esto, dejame que lo asimile”. Me sonreí, puse primera y arranqué.

El viaje hasta casa fue en absoluto silencio. Solo al rato de haber tomado la panamericana me pidió que le alcance el celular (me había olvidado que nos habían obligado a dejarlos en el auto), y mandó mensajes para ver cómo estaban los chicos, me comentó lo que le contestaron y eso fue todo…

Llegamos a casa, ella subió directo al baño, a los pocos minutos escuché la ducha, cuando terminó subí y me duché yo. Al salir del baño ella estaba acostada, mirando hacia el techo, con las luces totalmente apagadas. Yo me metí en la cama desnudo (es mi costumbre cuando los chicos no están), la miré y la noté turbada, le pregunté “¡pasa algo?” Ella me miró y me dijo, “me da vergüenza decírtelo”. Yo la miré extrañado, a lo que ella simplemente respondió metiéndose entre las sábanas para comenzar a darme una chupada tremenda, me di cuenta de lo que le daba vergüenza decirme, seguía caliente muy a pesar suyo….

Hicimos el amor, suavemente pero con gran carga de excitación. No fue como en el auto, no hablamos, no le dije nada, pero se notaba su calentura y desde ya la mía, era obvio que ambos recordábamos lo visto en la fiesta mientras cogíamos. Ella volvió a acabar por lo menos dos veces, yo con las fuerzas que me quedaban acabé de nuevo e, inmediatamente después, nos quedamos profundamente dormidos…

Al día siguiente intenté hacer un comentario, pero ella me cortó en seco, me dijo “te pedí que me dejes procesarlo, no quiero hablar del tema”, a lo que obviamente accedí y no dije nada, pasaron los días y tampoco pude hablar con Carlos en la oficina, siempre estaba ocupado y no tuvimos oportunidad de poder conversar del tema, él no mencionó nada por razones obvias de haber más gente dando vueltas y yo naturalmente tampoco, hasta bien entrada la semana donde se acercó a mi oficina y me dijo “hoy tengo un rato al mediodía, ¿vamos a almorzar?”.

Nos encontramos en el bar donde almorzamos frecuentemente, hicimos el pedido y ni bien se retiró el mozo me miró y me dijo “y?, que te pareció todo? cómo terminaron la noche? estuvimos buscándolos con Maru pero no los encontramos por ningún lado así que supusimos que se habían ido, contame un poco”

Le dije las cosas tal cual sucedieron, lo que pasó en el jardín, luego adentro con el flaco que la bailaba a Cris, como fue que decidimos irnos y lo que pasó en el auto y en casa, todo, tal cual sucedió. Mi comentario final es el no entender esa postura de no querer hablar del tema de Cris, su calentura era totalmente contraria a su postura, estoy caliente pero no quiero hablar del tema, era mas o menos así….

Después un una prolongada sonrisa me dijo lo siguiente: “Sabés que pasa?, ella misma se sobrepasó a si misma, que quiero decir, que todo lo que vivió en la fiesta y te aclaro que no vio nada en realidad, por eso a los primerizos no se les permite avanzar más allá de la planta baja, te decía, todo lo que vivió la superó, no pensó que se calentaría tanto, no estaba preparada para experimentar lo que vivió, iba a una fiesta paqueta de gente estirada y terminó colmada de erotismo y sensualidad, encima deseada por otros (a qué mujer no le gusta o la calienta eso?) y con la posibilidad concreta de que pasara algo más allá de sus rutinarias relaciones sexuales con su marido, eso le gustó, se calentó y el motivo de su calentura se contrapone a sus principios morales, es natural que reaccione así, hacele caso, dejala que lo procese, no le hables del tema por unos días, cuando se de cuente que el goce va mucho más allá de su propia moralidad, que la moralidad no le deja nada, ella misma va a volver a tocar el tema, y vos como te sentiste? porque depende mucho de vos el continuar avanzando en las fiestas de Hertz, te pusiste celoso por el danzarín de tu mujer?, sé sincero….”

Me quedé pensando un momento, quería ser sincero con él ya que era la única ayuda en ese terreno tan pantanoso donde nos estábamos metiendo, “mirá, celos sentí, pero fue una mezcla realmente extraña para mi, ver en el jardín que un extraño acariciaba la pierna de mi mujer hizo que tuviera una primera reacción de celos fuertes, pero duró, no sé, un par de segundos, inmediatamente después fue una oleada de calentura con lo que estaba viendo que se mezcló con mis celos que te juro que me hizo sentir algo que nunca había experimentado”…

“O sea que te interesa volver a lo de Hertz”, me preguntó…. “Sí” fue mi respuesta inmediata. “Bueno, estas reuniones se hacen casi todos los meses, por supuesto que están invitados a la próxima, dejá que pase un poco el tiempo para que Cristina pueda asimilar las cosas, verás que ella sola va a ocuparse de que te enteres cuando sea el momento de volver sobre el tema, si para la próxima reunión no te ha dicho nada solamente comentale que están nuevamente invitados, y veremos que pasa”…

Quise que me contara un poco de donde salía todo esto, que hacían Maru y él en las fiestas (obviamente lo imaginaba pero quería que me contara con detalles), quién era Hertz, en fin, todos los detalles posibles, el no solo no me dijo nada sino que me pidió que deje de indagar tanto, que ya me iría enterando como son las cosas…. Pagamos y nos fuimos….

Pasaron los días, las semanas…. el sexo con Cris había mejorado notablemente, teníamos sesiones cada vez más prolongadas, ella estaba siempre más excitada que de costumbre, de hecho habíamos dejado de ver porno, solamente cogíamos por calentura acumulada de ambos… Yo no volví a hablar del tema de la fiesta, ella tampoco, hasta que un viernes se acercó Carlos a mi oficina y me volvió a dejar un sobre idéntico al anterior, solamente me dijo “espero verlos mañana”….