No temas perturbar mi sueño, quiero gozar contigo, que las ansias me den miedo.
Pues tú eres el hombre que encaja en mi seno, el que arranca mis gritos, el que calma mi fuego.
Maestro en lo tuyo, sanador de mi ego, el que pinta colores en mi cuerpo, el que crea caricias abogando lo ingenuo.
Mantén despiertas mis carnes, que al verte desnudo sienta yo frío.
Derrama vida en mí, mientras babeo en tu espalda cansadas palabras.
Suerte la mía al despertar en tus manos, cuando tu lengua juzgó mi piel jugando. Sin importar su bagaje la saboreaste, haciendo que por placer suplicase e implorando que aquello nunca acabase.

Deli