Ni las novelas de caballerías medievales, ni las sagas islandesas, ni la japonesa La historia de Genji ni El Satiricón. Aunque no sabemos cuál fue la primera novela, lo cierto es que el género es anterior a todos estos títulos: la novela, en cuanto que modalidad específica de relato de ficción en prosa, nació en la antigua Grecia. Aunque buena parte de esas novelas clásicas se perdieron en el mar del tiempo y sólo quedan de ellas fragmentos en papiros y pergaminos, un estudio del Programa Logos, de BBVA, en colaboración con la Universidad de Alicante y auspiciado por la Sociedad Española de Estudios Clásicos, se propone ahora arrojar un poco de luz sobre aquellos primeros textos con los que arrancaría lo que hoy conocemos como novela. ”Aunque existían precedentes como relatos y cuentos, lo cierto es que, como género cerrado,el relato de ficción en prosa, la novela, nace en Grecia. Es el último género literario en nacer”, explica Mari Paz López, de la Universidad de Alicante, la investigadora principal del proyecto.

Mari Paz López explica que ya para los griegos aquello que tenían entre manos era algo híbrido y difícil de catalogar. Un producto de frontera y moderno. ”Lo cierto es que la mayor parte de las novelas se han perdido. Solo se conservan cinco completas”, cuenta López quien, como una Indiana Jones de las letras, lleva 30 años dedicada al estudio de los fragmentos que quedan de algunos textos. Fragmentos que se pueden recuperar gracias a que las condiciones de humedad y clima de las arenas de Egipto han propiciado su conservación. En excavaciones, en vertederos, de vez en cuando surge un papiro o pergamino que dan cuenta de aquellos primeros relatos datados en torno al siglo I. “Es un objeto con un poder y una fuerza extraordinarios”, explica López sobre los papiros, “algo que ha llegado a tus manos desde la antigüedad y te habla directamente”.

Se trata de aproximadamente unos 50 fragmentos de papiros o pergaminos que la investigadora lleva toda la vida estudiando alrededor del mundo: en Ginebra, Florencia, Oxford, Berlín y, por supuesto, en El Cairo. Tà Erotiká podría ser el primer nombre para la novela. Así fue cómo los investigadores de estudios clásicos de finales del siglo XIX denominaron a los textos de prosa de ficción de la antigüedad griega. El nombre hacía referencia al tema amoroso, que era un patrón habitual de esas obras. Aunque, como señala López, en cuestión de género, hay de todo tipo: desde historias de aventuras hasta lo que hoy sería ciencia ficción; desde novela histórica o relatos de los bajos fondos hasta lo que hoy llamaríamos novela gótica. El fin del estudio es, además de la edición, divulgación y digitalización de los textos, ahondar en algunas facetas del contenido, como los aspectos legales o geográficos que aparecen en esas novelas. “Hay juicios, bodas, pleitos que dan fe de cómo era la sociedad de la época”, señala la investigadora.

El estudio pretende subrayar también el reflejo que hace de la situación de las mujeres en el mundo clásico en cuestiones como el matrimonio o la dote. “Un factor importante de estos textos es la cantidad de grandes personajes femeninos que salen en las novelas. Mujeres de armas tomar, pero también mujeres que toman las armas. Brujas, magas, corsarias, esclavas o prostitutas que lo arriesgan todo y viven grandes historias”.

Y pone como ejemplo la historia de Calígone, princesa del mar Negro que llega al reino de las amazonas. Si se le pregunta cuál es su novela o fragmento favorito, López habla de la más antigua de la que tiene constancia: la historia de Nino, el rey asirio fundador de Nínive, que data del siglo I antes de Cristo. Pero si se le pregunta por qué obra moderna se asemejaría a esas novelas clásicas, la experta da una respuesta inesperada: “La película La princesa prometida. Es una ficción que tiene todos los ingredientes de esos textos clásicos: una pareja a la que el destino le juega una mala pasada, tras la cual hombre y mujer emprenden aventuras por separado. Es un reflejo perfecto del espíritu de las primeras novelas. Se parece hasta en el marco: la historia es la narración que un abuelo le lee a su nieto”.

Fuente: El País