Su nombre aparece en millones de libros repartidos por todo el mundo, sus novelas se han traducido a 27 idiomas, ha vendido más de 400 millones de ejemplares de sus obras… Ha sido la escritora más prolífica y sin duda popular de las letras hispanas, e hizo soñar al mundo entero con sus novelas románticas. Hoy recordamos a Corín Tellado, una mujer sencilla y discreta, detrás de uno de los nombres más famosos del planeta.

Muchas de las mujeres de antaño, sus madres, hermanas o amigas, han leído a Corín Tellado. Un hito de la literatura moderna que ayudó a soñar con el amor perfecto a millones de mujeres de todo el mundo. Discreta pese a su enorme fama; trabajadora hasta el extremo; humilde pese a su éxito mundial y tremendamente generosa, a decir de sus vecinos, Corín Tellado ha sido sin duda la escritora más exitosa de las letras en español. Aunque la crítica literaria jamás le otorgó un reconocimiento serio, el apoyo de los lectores de todo el mundo respaldó su trabajo con un éxito multitudinario, el mayor sin duda de cualquier escritor en español: escribió más de 5.000 novelas que se han traducido a 27 idiomas, y de las que se calcula que se han vendido más de 400 millones de ejemplares. Estos datos abrumadores hicieron que fuera reconocida por el Libro Guinness de los records y por la UNESCO, como la escritora más leída en letras hispanas. Sus obras hoy siguen siendo reeditadas, y se siguen vendiendo masivamente.

Su nombre completo era María del Socorro Tellado López, pero su familia la llamaba Socorrín, nombre que acabó convertido en el apodo, aún más corto, de Corín, con el que se haría famosa en todo el mundo. Era la única chica en una familia de cinco hijos, con cuatro hermanos varones. Había nacido en Asturias en 1927, pero su padre fue trasladado a Cádiz después de la guerra, y allí mantuvo su gran afición a la lectura, gracias entre otras cosas a su amigo, el librero Onofre Manzanares, que le prestaba novelas de sus escritores favoritos.

Desde muy niña, Corín pasaba horas leyendo a los clásicos franceses como Dumas o Balzac, pero también era una gran admiradora de Miguel Delibes. Su primera obra surgió como un reto familiar: uno de sus hermanos había escrito un relato, pero ella decidió que podría hacerlo mejor, y se puso a ello.

El resultado fue satisfactorio y le descubrió su facilidad para componer historias. Un “don” que vino de perlas a la familia poco tiempo después, cuando en 1945 su padre enfermó gravemente. Por las noches, mientras cuidaba a su progenitor, Corín comenzó a escribir la que sería su primera novela publicada, Atrevida apuesta.

Onofre, el librero, la ayudó a ponerse en contacto con la editorial Bruguera para mandar el texto acabado, y allí comenzó el milagro. Pocas semanas después del fallecimiento de su padre, Bruguera publicó Atrevida apuesta, pagando a su autora la nada desdeñable cantidad para la época de 3.000 pesetas. Desde entonces, Corín, con tan solo veinte años, no dejaría de escribir: pasó a convertirse en una de las reinas del quiosco, y en el soporte económico de su familia. Por cierto, que Atrevida apuesta se vendió tan bien, que ha sido reeditada más de cuarenta veces.

De esta forma, los quioscos y librerías, primero de España, después de toda Latinoamérica, y finalmente los de medio mundo, comenzaron a llenarse de libros con la firma de Corín Tellado, que se convirtió en uno de los activos más importantes de Bruguera, su editorial de casi toda la vida. Corín pasó a estar en nómina de la editorial y a ganar un sueldo mensual que superaba a lo que entonces podría ganar un médico o un ingeniero, y que iba en aumento con el tiempo. Pero también tuvo muchos encontronazos con la empresa, incluyendo varias disputas legales por los derechos de autor de los libros o por las reediciones de estos; disputas que normalmente se solucionaban con consiguientes acuerdos posteriores. Además, también publicó con otras editoriales y firmas, como la revista cubana Vanidades.

Aunque Corín siempre presumió de haber escrito una obra variada en distintos géneros, lo cierto es que la mayor parte de su trabajo, y el más reconocido, fueron sus novelas románticas, que aún hoy se siguen vendiendo por miles en todo el mundo. En sus argumentos, las protagonistas femeninas encontraban a hombres interesantes, galantes y atractivos, con los que iniciaban un romance cuyo éxito solía llegar solo después de atravesar ínclitas dificultades y retos. “Corín Tellado es afectuosa, pero no una cursi, ni siquiera romántica”,dijo la escritora en cierta ocasión.

Aunque no corrían buenos tiempos para las libertades femeninas, las mujeres de las novelas de Corín solían ser un tanto adelantadas a su época: casi todas eran chicas con inquietudes, deseosas de aprender, estudiar, superarse y viajar. Jóvenes inteligentes que hablaban idiomas, luchaban por su futuro y soñaban con convertirse en profesionales… y por supuesto, con encontrar el amor de su vida. Desde sus primeras novelas Corín introducía pequeños sesgos de amor carnal, a través de una erótica más bien sugerida, que tenía su límite en amorosos abrazos y apasionados besos en la boca, como la época lo requería. Corín también inauguró un formato que fue todo un boom en los años 60: la fotonovela con coloridas y apasionadas fotografías de los protagonistas y sus azoradas historias de amor. Con los años y la apertura social, sus novelas se fueron adaptando a los cambios e introdujeron temas como la separación, el divorcio, las drogas o el aborto. Después de los años noventa, cuando el género rosa comenzó su decadencia, Corín se inició la escritura de una nueva serie erótica, que firmó con el pseudónimo de Ada Miller.

Aunque, mientras que las heroínas de sus novelas vivían apasionadas historias de amor, la vida romántica de la propia Corín no rebosó de emociones fogosas. Decepcionada por el fracaso de un primer gran amor, se casó, un poco por venganza, un poco por aburrimiento, cuando ya tenía 33 años y posiblemente estaba cansada de ser la solterona rica que mantenía a buena parte de su familia.

El elegido fue Domingo Egusquiza, un atractivo joven vasco, con quien contrajo matrimonio en 1959, vestida de negro en el Monasterio de Covadonga. Ambos fueron padres de dos hijos, Begoña y Domingo, pero muy poco después de la boda Corín se dio cuenta de que casarse había sido un error.

Cuatro años después del matrimonio, en 1962, la pareja se rompió y Corín se convirtió en una de las pocas separadas en la época del franquismo. Nunca le echó la culpa a su exmarido, simplemente reconoció que la pareja no había funcionado, que nunca había amado a su marido, que casarse fue un error y que su independencia económica -a diferencia de lo que le sucedía a la mayor parte de mujeres de la época- le permitía vivir de forma autónoma. Aunque sus hijos se quedaron con ella, y nunca volvió a casarse, jamás habló mal de su ex.

Hasta el final de su vida, Corín, que fue una trabajadora incansable, se mantuvo escribiendo. Se levantaba muy temprano y seguía una auténtica rutina continuada, gracias a lo cual pudo realizar una obra tan amplia. En los últimos años sufrió una enfermedad renal que la obligaba a someterse a sesiones de diálisis cada mañana, pero eso no la impidió seguir trabajando. Ya convertida en abuela, sus últimas novelas fueron escritas con la ayuda de su nuera, que trascribía sus palabras. El 11 de abril del 2009 falleció en su casa de Gijón, a los 81 años. Dejó detrás de sí una familia amada y unida; miles de libros, personajes y sueños amorosos, y millones de lectores en todo el mundo. No necesitó que los críticos ni los intelectuales avalaran su obra: el público llano lo hizo en su lugar. Diez años después de su muerte, Corín Tellado sigue siendo la marca de un legado incalculable.

Fuente: Yold