A veces no es fácil darles una segunda oportunidad a libros que no caben en casa o ya no necesitamos.

Como todos los basureros de todos los países, con mayor o menor frecuencia se encuentran libros tirados, en ese país también se encontraban en la calle pilas de libros más o menos viejos, en mejor o peor estado. Y como todos, seguro que tenían el impulso de curiosear y la pena de no poder rescatarlos para que alguien los aprovechara. La diferencia es que a ellos se les ocurrió algo y se pusieron manos a la obra: llevar los libros abandonados a una antigua fábrica de ladrillos también abandonada desde hacía más de dos décadas hasta conformar una sorprendente  y bien surtida biblioteca que ya cuenta con cerca de 5.000 obras recuperadas de la basura.

La iniciativa no solo ha reciclado los libros, sino el espacio donde ahora los trabajadores se reúnen en sus horas libres para descansar, jugar al ajedrez o, por supuesto, ojear y hojear libros y leerlos. Además de salas para la lectura, la antigua fábrica cuenta ahora con barbería, cafetería y las oficinas de los encargados de la administración, todo decorado con objetos y “tesoros” encontrados en la basura: los libros que no se pueden leer se convierten en apoyalibros y las lámparas están hechas con tuberías de cobre.

El responsable del centro es Emirali Urtekin, quien explica que aunque la biblioteca en principio estaba pensada para que los trabajadores y sus familias dispusieran de los fondos, ahora se ha convertido en un lugar abierto a todo el mundo. Los libros no dejan de llegar y empieza ser difícil buscarles hueco.

En su bien surtido catálogo se encuentra de todo lo que habitualmente se ordena en una biblioteca convencional: desde novelas históricas, románticas, tochos de economía o cuentos a novedades como los últimos títulos de Harry Potter o de 50 sombras de Grey; desde las novelas de Dickens hasta las del premio Nobel turco Orhan Pamuk pasando por los poetas y los dramaturgos…

La biblioteca abre las 24 horas del día para los 700 basureros del municipio de Cankaya, pero ya están llegando basureros y no basureros de todo el país para verla. El centro ha despertado mucha curiosidad en Turquía y en el extranjero. Sigue recibiendo libros pero no necesariamente recogidos en las calles. Urtekin comenta que algunas personas han comenzado a hacer donaciones directas y quienes los siguen dejando en la calle lo hacen en bolsas separadas, protegiéndolos, para facilitar la recuperación de los mismos. Ante el movimiento y el entusiasmo suscitado, se prevén otras acciones como habilitar una biblioteca móvil con sus fondos para visitar algunas escuelas escasas de recursos. También les han llamado centros escolares con necesidad de libros para establecer algún tipo de colaboración.

Solo había que ponerse de acuerdo, ver la necesidad, las posibilidades y poner en marcha un proyecto estupendo a partir de una idea genial. No parece tan difícil. ¿No sería posible copiarlo?