Somos hijos del ayer…
Nada es por sucesión espontánea.
Darwin da clases en la calle de poesía clásica,
la luz se ufana ante la sombra de Einstein.
No puede la razón contra natura
la oruga de hoy, mañana será mariposa…
Y madre orgullosa la joven que madura.
El fuego que retoza con alarde
ayer fue poema bajo las ropas
o chispa a golpe de pedernales,
el aire que hoy es testigo inmutable
ayer fue aliento de Eolo en suave baile.
Y una piedra hija de algún volcán rijoso
se anidó en mi pecho, que late y arde.