Le resultó curiosa la pequeña historia que venía en el dominical; él siempre había pensado que eso de los fantasmas y espíritus no era más que una burda invención llena de patrañas, para tratar de dar sentido a algo que no tenia remedio y para él la gran verdad era que el muerto al hoyo y el vivo al bollo. Desde luego él no había visto ni sentido nada que le hiciera pensar de manera diferente.
Acababa de comprar aquella casona vieja, que había sido una ganga.  Ciertamente tenía cosillas para restaurar y reparar , pero haría lo que venía haciendo en los últimos años desde que había iniciado aquel negocio en paralelo a su trabajo. Sabía que no estaría por más de un año allí y lo normal hubiera sido alquilar algún piso, hacer el trabajo y marchar. Pero le iba bien comprar muy baratito, darles un lavado de cara y venderlas a un coste muy superior y a otra cosa, mariposa. Aquella casona, además de muy barata, estaba  cerca de la empresa que lo había contratado. Era amplia y vieja, realmente vieja; al fondo había tres habitaciones cuevas, las habían excavado en el propio terreno. No eran excesivamente grandes, pero sí lo suficientemente amplias como hacer las funciones de dormitorios; además estaban la mar de fresquitas, que, con la que caía fuera, era muy de agradecer.
Ya había dormido la noche allí la noche anterior y lo hizo profundamente, cómo hacia tiempo que no lo hacía. La cama no era incómoda del todo, bastaría un colchón nuevo y sería el nido ideal.
Pasaron varias semanas y se fue acostumbrando a la rutina, aunque no sabía muy bien por qué cada vez se sentía más y más cansado. Con lo vital que él era por naturaleza, debería de hacerse alguna analítica, por si acaso. Esa noche dormiría hasta tarde, al día siguiente no necesitaba ir a la fábrica. Se puso el pijama , se acostó, apagó las luces y se dispuso a dormir, pero al pasar  media hora se dio cuenta que por alguna razón no podía conciliar el sueño. Cosa rara, ya que siempre dormía bien, pero no desistió y lo intentó de nuevo, esta vez con un poco más de suerte. Serían las cinco de la mañana cuando despertó de golpe, la luz estaba encendida, debió de habérsela dejado al dormirse; trató de levantarse para apagarla y se quedó perplejo. Por alguna razón estaba inmovilizado, no podía mover ninguna parte de su cuerpo, que no fuera el cuello.                                  Ufff, tenía que ser un sueño. Su mente analítica se negaba  a cualquier otra explicación. Cerró los ojos durante un rato tratando de alejar la pesadilla, volvió a abrirlos y nuevamente trató de moverse, con idéntico resultado. Esta vez sÍ empezó a asustarse de verdad ¿Qué le ocurría?
Empezó a divagar en su cabeza causas del porqué. Se le pasó que hubiera podido quedarse tetraplejico , aterrorizándose aún más si cabía, y fue al girar el cuello cuando la vio allí, junto a él, de pie mirándolo. Vestía un blanco camisón, aunque su piel era casi mas blanca aún, su melena le llegaba al hombro, muy negra y ondulada. No era especialmente guapa, ni fea tampoco ,podría decirse que era normal. Seguía sin poder menear nada más que cuello y cabeza. La chica seguía allí, inmutable, mirándole. Sus ojos negros le penetraban como nunca nadie lo había hecho antes. De pronto cayó en la cuenta que tampoco podía hablar. Su terror iba en aumento ¿Qué era lo que le estaba pasando? No conseguía entender nada.
Ella giró la mirada hacia la puerta, haciéndole mirar a él también. En ese momento la puerta se abrió con violencia, dando paso a un hombre de complexión atlética, completamente calvo y una expresión animal en el rostro. Llevaba un puñal en la mano. Él empezó a sentir  un terror profundo; querÍa gritar, pero no era capaz de proferir ningún sonido. Sin mediar palabra el hombre calvo se abalanzó sobre él, hundiendo el puñal en su estómago y en su pecho.Quiso gritar  pero no podía, quería moverse pero no podía, sintió una punzada, pero sobretodo sintió una terrible angustia, una terrible sensación de impotencia, un pánico indescriptible. En ese momento desapareció el hombre y su cuchillo. Su cabeza giró hasta encontrar los ojos de la mujer nuevamente. Pasaron unos instantes, no más ,y mirándolo directamente a los ojos , ella se dejó caer hacia él, atravesándolo limpiamente, creando en él escalofrío y calor a la vez compañado de una extraña vibración. Increíblemente en ese mismo instante volvió a tomar el control de su cuerpo.
Tal vez no todas las historias de fantasmas fueran patrañas sin sentido…

Fran Rubio Varela.©