Van los pájaros presurosos a sus nidos,
llora el aire en los portales sin musa.
Un aroma de mujer entre latidos
abre paso, y las palabras ya no dudan.

Soliloquio de entuertos que maduran.
Vuelo raso de una pluma terca y cruda.
El cielo es para los que se desnudan,
a la sombra de la noche y de la luna.

Suicidas al filo de las cornisas,
otean las playas de mi alma bruna.
Y el fuego renueva sus cenizas.

Los abrazos son amarras de fortuna.
Y tus labios que abrevan sin prisa,
son un cuenco de versos sin espuma.