La vida resguarda un soplo
que aliente la imaginación,
previene pertrechos para el frío
y cantos que colmen al corazón.

Tus miradas me salvan del vacío,
un azolve satura la emoción.
Escondidas en un halo del hastío
las palabras encontraron redención.

Tras tus pasos claros; van los míos,
lentos, taciturnos y en compasión.
¡Ay, amor! duele, nos mata el frío.

Y no encuentro la salvación,
perdido es poco; nublado, vacío,
terco voy, con lastres en el corazón.