Entre los molinos de viento del recuerdo, ha quedado un trozo de hielo entumecido que sueña.
Sus manos trazan arpegios en las nubes amarradas a tus ojos de cielo. Tiene la piel arrugada por los instantes azules y constantes de las aguas compartidas.
Otra vez quiere mojarse. Sólo anhela ahogarse en el mar de aquel pecho profundo. Acariciar de nuevo tus cabellos con las algas de sus dedos que crujen estremecidos.
Y un tinte frío en sus uñas comienza a aparecer.
Se traga más agua de tus labios quebrados en mil ríos blancos.
La risa muerta de la nieve arrastra su soledad hacia los brazos del glaciar…
Y ella vuelve, polilla de lluvia, a gotear su anhelo de abrazarlo.
Pero, todo es un sueño cóncavo, resbaladizo; caracola profunda donde a lo lejos brillan dos pies… cual guía de flores hermanadas en cruz.