Despojado de ficciones y espantos, preferí por la utopía,
la que mueve los motivos más humanos, y alinea constelaciones inconcebibles con los sueños en ciernes.
No concibo desgarros en un relato primerizo en lides de letras, tampoco promuevo promociones póstumas para la osadía, la lucidez de las frases suelen ser latigazos emocionales o préstamos clandestinos e inoportunos.
Sin dolor, sólo quiero convocar algarabías de un corazón osado, que avizora territorios lastimados, y sembrar en parajes estériles y desolados, donde vayamos juntos tras el silbo del aire, vulnerado por la insolencia de ráfagas clandestinas de un viento avieso y putrefacto, que no sabe de concordias ni armonías con el prójimo y se agita ufano ante la libertad sub ejercida y devaluada que se yergue sólo en los reclamos. Alzaré la voz sin eructos blasfemos ni discordancias ingenuas, escribiré en los muros un poema solidario con los que menos tienen, y más aún con los que han sido despojados; lejos del confort burgués de mis ojos esmerilados y mi insoportable opinión sin hambre; aquél confort indeseable que se aposentó y ablandó mis músculos, pervirtió mi razón y magulló mis ánimos, y que para mi fortuna desconoce que en un rincón de mi ultrajada conciencia pervive la utopía.