Difícil enajenarme de este espacio gris, de gruesos balaustres.
Asociado a la zozobra de mi supervivencia.
Fragmentado entre mis apetitos de rescate y la aceptación social.

¡Diminuto me veré entre la multitud!

Desconfianza, mi estocada perfecta. Aún identificado, con el cero veinte.
Extenderme la mano, una Quimera. Solo y sin esperanza para un comienzo.
La realidad, unánime cierre de las puestas. Por mi inexactitud, por mi estancia en el purgatorio.
Mi hijo, habitando en la incertidumbre, de lo que hice y lo que le impugnan.
Como patrimonio, una epístola. Única forma que encontró mi cónyuge para decirme, hasta luego.

¡Qué iluso fui!

Amigo, ojalá un día me libres de este fracaso. Decepción que hoy me cuelga en mi frente.
Ese día la libertad congratulará mi cuerpo.
¡Ese día!
La incoherencia abrazará mi psiquis.

Carlos Manuel Cañizares