Al principio todo fue muy emocionante contigo. Me lo ponías fácil. Hacías que me entusiasmara a cada momento. Me sentía triunfadora. Pero el tiempo pasó y crecieron las dificultades. Yo, que me había entregado a ti en cuerpo y alma, sentí cómo tenía que pagar un peaje por seguir viva. Mi salud se resintió y yo me quedaba en casa mientras tú te divertías fuera. Cuántas lágrimas de impotencia derramé. Pero a pesar de todo soy fuerte. Hoy por fin vuelvo a ser feliz.
Por eso ahora quiero ajustar cuentas contigo y gritarte a la cara que ya nada de lo que me puedas quitar me hace daño. Pasaré lo que me quede contigo gozando cada instante y, aunque al final tú permanecerás en otras compañías cuando yo ya me haya ido, habré disfrutado de ti, «Vida» a pesar de todas las zancadillas que me pusiste. ¿Te queda claro?