Muerte que me rondas desde que tengo vida
señora de las tinieblas, del miedo y el desaliento
es a tu guadaña que un atroz sentimiento
nace en mí como repulsa buscando la huida.
Terrorífica imagen, que por temer, se teme
desde el infante al padre y hasta al ñoño abuelo
temblando de solo hablar de tu brusco vuelo
tal es el pavor que provoca tu solo nombre.
Diosa del adiós, del fin y la oscuridad
de metas no alcanzadas y sueños sin cumplir
la que nunca da una segunda oportunidad.
Sé misericordiosa al menos en permitir
que nuestros sueños se hagan realidad
y que un magnífico amor nos aleje del sufrir.
©Isamar Cabeza