Hoy grito…
La mano temblorosa niega los reflejos
envuelta en la niebla de su atardecer,
no hay bombilla que alumbre los espejos
ni encuentra valor para lo que va a hacer.
Despedidas sin respuestas,
recuerdos ya marchitos,
aire que no la alimenta,
peldaños labrados al infinito.
La copa de vino varias veces se llena,
las horas bailan cada vez más lentas
hasta que llegue el fin para detenerlas,
hasta que consiga explotarle la cabeza.
Un último segundo enturbia sus sueños,
es la verdad que nunca deja de arder,
son sus fantasmas gritando con estruendo:
unos, que no lo haga; los otros, sí ven.
Un instante ha fallecido,
a ella ya nada la violenta,
su mundo se ha detenido
degollando la tormenta.
(Fue la mejor primavera lo que vivimos,
era frío invierno al despedirnos,
siento tu ausencia y lo grito)
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