Tengo en las manos un libro que contiene mucho cariño, ilusión y humor. Escrito por la excelente narradora Avelina Chinchilla, que va escalando en popularidad con sus novelas románticas o juveniles. Avelina es una mujer especial. Parece dura en principio, pero luego resulta ser rigurosa y profesional con las tareas, pero llena de humanidad con las personas. A la vez firme y suave. Inteligente, preparada, noble y culta. Todo lo que llevo leído de esta autora me ha parecido interesante y he tenido el honor y la suerte de ayudarle en distintos proyectos literarios y editoriales. Está a punto de salir “El inspector Tontinus y la nave alienígena”. He recordado cuando descubrí la lectura cómo quien padece una fiebre. Qué momento, cuando los libros se convierten en pasión. Para ello los jóvenes necesitan historias divertidas, con emoción y suspense como los de Avelina. El niño que empieza a leer antes y después de desayunar ya es un éxito educativo. El resto de su vida buscará en otros textos el mismo placer y sensación de crecimiento. Comprenderá que hay miles de personas interesantes, en parte diferentes a él y en parte iguales. Se formará durante toda su vida leyendo. Avelina lo sabe y nos ha propuesto una novela simpática con la que yo mismo, que ya no pertenezco (oficialmente) al ámbito de la infancia, no he dejado de sonreír. Su libro enseña a tener valentía y carácter, como ella. El malo es Tontinus, un trepa y moscón al que la atractiva belenusina Greena Holt, sabrá poner en su sitio. Hay una corriente de solidaridad femenina interplanetaria entre Greena y la intrépida teniente terrícola Ripli.
Ha sido este humilde prologuista quien ha aproximado a mi querida Avelina al también genial y querido Juanjo Ferrer, que ha sabido incorporar a sus ilustraciones el cariño que emanan los textos de Avelina. Me entusiasma el cuidado de esta edición artesanal para niños de DesafiosLiterarios.com. Aconsejo a todos que se pongan URGENTEMENTE en contacto con nosotros para adquirirlo a precio de preventa. Apoyad a Avelina en este ambicioso proyecto. Adquiridlo ya, que está a punto de aparecer. Y no os olvidéis de las otras novelas de la autora ni de leer la siguiente entrevista.
Enrique Brossa
Desafiosliterarios.com
—Avelina, defínete si te atreves.
Soy una mujer normal, que trabaja, tiene una familia y a la que le encanta leer y escribir y que siempre va corriendo porque llega tarde a todos los sitios. Estoy deseando jubilarme de mi trabajo para poder dedicarle a la escritura todo el tiempo que se merece.
—Cuando vives una situación que plasmas en tus letras ¿Te dejas llevar por ella fuera de la mesa de trabajo, afectando tu vida personal?
Me ha ocurrido de manera esporádica, con algunos poemas cuya composición he vivido de manera muy intensa y también con el personaje de Tontinus: tiene un defecto de dicción que le hace pronunciar mal la erre y a veces, sin darme cuenta, me escuchaba a mí misma hablando al modo de Tontinus. Pero no es ni mucho menos lo habitual. Suelo dejar a mis personajes descansando en mi escritorio cuando no estoy con ellos.
—¿Es cierto que hay que estar cachondo para escribir relatos eróticos o eso viene conforme los escribes?
El género erótico no es lo mío, no me siento muy cómoda en esa tesitura, pero no creo para nada que haya que estar cachondo para escribir sobre ello. Aunque claro, si lo que te sale es muy bueno puede ser que ese efecto se produzca mientras lo escribes, ¿no?
—¿Te documentas en la lectura, en viajes, escuchando historias de la vida real o simplemente recoges los datos que te dicta tu fértil imaginación?
Si abordo un tema del mundo real o histórico trato de ambientarlo lo mejor que puedo, o sea que sí, hay un mínimo de documentación. Por otra parte, tengo una imaginación desbordante capaz inventar toda clase de historias. Aunque la mayoría, por la imposibilidad física de escribirlas, quedarán sin contar, lo cual me da cierta pena, jaja…
—¿Piensas que escribir requiere un mínimo de locura?
Sin duda. Solo hay que verme a mí. Ahora hablando en serio: puede que sea locura, pero es una locura que me ayuda equilibrarme y a estar más cuerda.
—¿Te preocupa lo que pensarán tus seres queridos de las historias rocambolescas que puedes parir en tus momentos de locura creativa?
Reconozco que en ocasiones sí he sentido esa preocupación e incluso algo de vergüenza, aunque, cuando escribo, procuro no pensar en ello para que no me coarte. Como en la vida real soy más bien introvertida, escribir me da le excusa perfecta para expresarme sin cortapisas.
—No me mientas, sé que te enamoras perdidamente de algún que otro personaje y le haces sufrir porque no te hace caso y sigue la trama en que lo has metido.
Todavía no creado a ese personaje capaz de volverme loca, pero no pierdo la esperanza, jaja… Aunque en líneas generales suelo tratar mal a mis protagonistas. Les complico la vida o cuando no, los mato directamente. Aunque quién sabe, si el coronel Quartich fuera humano en lugar de reptiliano, me sentiría tan a gusto entre sus brazos como la subinspectora Greena Holt.
—¿Qué es exactamente lo que te hizo querer comunicarte escribiendo?
El proceso es complejo, porque lo de comunicar es, por así decirlo, el último paso de todo el proceso. En principio, lees. Te tiene que gustar mucho leer. Y un día, de repente das el paso de ponerte al otro lado y entonces eres tú quien escribe las historias o los versos. Te das cuenta de que es algo que se te da, tus textos te gustan (aunque con el paso del tiempo les encuentres mil defectos). Después llega un momento en que escribir solo para ti ya no tiene sentido y deseas que otros te lean.
—¿Eres metódica o te dejas llevar a la hora de escribir?
No sabría decirte. Creo que un poco de todo. A veces las cosas surgen y surgen fácilmente. Digamos que la intuición me guía. Pero hay proyectos que sin saber el porqué, me cuesta mucho más llevarlos adelante. Entonces aplico el plan B, que es trabajarlo más y ser más metódica.
—¿Tienes algún tabú o algo sobre lo que jamás escribirías?
En principio no, aunque como es natural, unos temas me atraen más que otros. Me interesa mucho profundizar en la naturaleza humana, capaz de lo mejor y lo de lo peor. Todo lo que tenga que ver con ello, bueno o malo me interesa. Sin embargo, no me atrae nada la frivolidad.
—¿Cómo conociste desafíosliterarios.com y qué es lo que te hizo querer formar parte?
Creo recordar que sucedió de la siguiente manera: contesté a una encuesta en Facebook que había propuesto un tal Enrique Brossa, (¿no sé si te suena?) y él contactó conmigo y hasta hoy. Más o menos fue así.
—¿Qué es lo que menos te gusta del mundo del escritor?
Con toda seguridad, la parte del marketing y de la promoción. Me parece un horror tener que dedicar tiempo a ese aspecto. Además, creo que tampoco se me da especialmente bien venderme.
—De pequeña soñabas con ser…
Soñaba con ser muchas cosas, a cuál de todas más original. Desde deportista (nadadora o gimnasta) o bailarina (algo para lo que la genética no me dio el cuerpo), hasta actriz, pasando por científica y sí, tal vez también, escritora.
—Dime un lugar del mundo donde te gustaría escaparte y encerrarte a escribir.
Ya sé que va a sonar muy tópico, pero me iría a una isla desierta. Eso sí, imprescindible el buen clima: no soporto el frío. Aunque bien pensado, el planeta Belenus tampoco estaría mal, jaja…
—¿Tienes algún truco para burlar el mal de la página en blanco?
Como siempre ando liada con varios proyectos, si con uno me quedo atascada, paso a otro que en ese momento me resulte más fácil. Aunque hay algo que me genera mucha más frustración todavía que la página en blanco y es cuando tengo una idea y por algún motivo, después de escribirla el resultado no me convence. Tengo todo un limbo de historias inacabadas.
—¿Sigues algún ritual antes de ponerte a escribir?
En general voy a salto de mata. Dedico a escribo el tiempo que araño a otras facetas de mi vida, por lo general a mi tiempo libre. De modo que no suele ser mucho. Lo único que necesito es un tiempo mínimo en cada sesión, porque de lo contrario no puedo entrar en flujo. También necesito escuchar música.
—¿Crees que todo escritor es un enfermo de vanidad, o de soledad?
Igual la palabra enfermo es muy fuerte. Pero la vanidad en el escritor tiene que existir para impulsarlo a mostrar al mundo de qué es capaz. Sin vanidad no existirían, ya no solo la literatura, sino ninguna de las artes. En cuanto a la soledad, ella y yo tenemos un romance perpetuo. Que le voy a hacer, disfruto de mi soledad cuando me dejan.
—¿Te pertenecen todas las frases que has escrito o sientes que has copiado un poco alguna vez?
No soy de copiar en ningún aspecto de mi vida, pero sí de aprender de otros y mejorar. Es verdad que en poesía me gustan los centones que consiste en combinar versos propios con los de otros poetas, los cuales, una vez integrados en mi obra, de alguna manera pasan a ser también un poco míos. También me inspiro en otros escritores. El título de la novela que estoy escribiendo ahora está inspirado en unos versos de Benedetti, al igual que el título de mi columna de Desafíos Ya nunca seremos los mismos, está inspirado en uno de Neruda. Y soy consciente de que a veces tenemos interiorizadas frases que hemos leído, que las hacemos nuestras sin ser conscientes.
—¿Cómo lleva la gente de tu entorno, la que te conoce bien, tu faceta de escritor?
Con mucha normalidad, incluso indiferencia añadiría.
—¿Qué tratas de esconder de ti mientras escribes?
Eso no te lo puedo decir. Anda, que si tú o los lectores lo supierais….
—¿Cuáles son tu proyecto más inmediato?
El grupo Tierra Editorial acaba de editar mi último poemario 10 horizontes para una tierra de versos, que ha tenido muy buena acogida y Estoy a punto de sacar con Desafíosliterarios mi nueva novela titulada El inspector Tontinus y la nave alienígena, que da inicio a una saga de ciencia ficción y humor llamada de manera genérica Universo Belenus. Estoy muy ilusionada porque es lo primero que he escrito para el público infantil.
—¿Cómo te ves dentro de diez años?
En la brecha, como siempre. En compañía de esta familia literaria que voy ampliando paso a paso. Quizás la única diferencia es que casi con toda seguridad podré dedicar todo mi tiempo a escribir y no a ratos perdidos que saco de donde no tengo, como me pasa ahora.