Genau pisó a fondo el freno del camión. Un coche a toda velocidad venía por el carril contrario adelantando, temerariamente, a cualquier vehículo que le impedía el paso. Tras él, la policía con la sirena a todo volumen, trataba de cortarle el paso, cosa casi imposible debido a que la carretera secundaria por la que transitaban era sumamente estrecha y peligrosa. Sólo diez minutos antes, había tomado la salida de la autopista y le faltaban unos pocos kilómetros para llegar a su destino.

Desde la altura de su camión divisaba el cementerio de la ciudad junto al polígono industrial donde tenía la base su empresa. Aquel tramo de carretera era un tanto peligroso, pero la gente que transitaba por ella lo conocía bien y no se producían incidentes importantes. La mayoría eran trabajadores del polígono y vecinos de la zona. El mercedes negro iba directamente hacia hacia él y sólo podía girar a la derecha. Estaba peligrosamente cerca del puente que cruzaba el río y si no conseguía parar antes, el golpe iba a ser mortal a aquella velocidad.

Las ruedas del camión chirriaron contra el asfalto cuando pisó el freno. Sujetando fuertemente el volante, levantó el pie durante un segundo y volvió a frenar para controlar el vehículo y girar hacia el campo de girasoles, evitando así la entrada en el puente. Sin embargo, su mayor preocupación era la reacción del remolque cuando la cabeza tractora rodase por la tierra, un terreno completamente diferente que haría cambiar la estabilidad del vehículo. Genau intentó con todas sus fuerzas dominar aquel monstruo pero sucedió lo que se temía. Por el espejo retrovisor, vio cómo el remolque seguía la inercia del movimiento y escuchó el chasquido que se produjo cuando el gancho que lo unía a la cabina se rompió. Ahora el peso era menor pero el peligro había aumentado. Las ruedas delanteras del remolque entraron en el sembrado hundiéndose en la tierra y perdiendo la estabilidad. A cámara lenta tuvo la visión de lo que sucedía tras él e intentó girar el volante para ir hacia la izquierda, mejor darse un baño en el río que morir aplastado por su propio camión.

Fue en vano. Sintió el terrible golpe propinado por el remolque en la parte derecha de la cabina. Ésta perdió el equilibrio y se quedó durante un instante como suspendida en el aire. Después, comenzó a caer girando sobre sí misma pendiente abajo al igual que un fardo de hierba. Genau intentó abrir la puerta para saltar pero estaba atascada y no pudo. A pesar de la desesperación que le llegaba a oleadas, consiguió sujetarse fuertemente el volante y se hundió todo lo que pudo en su asiento, quizá podría minimizar el impacto de su cuerpo contra el techo y las paredes al girar. No llevaba puesto el cinturón de seguridad por lo que no pudo evitar salir despedido hacia el lado del copiloto golpeándose la cabeza. Se acordó de su mujer que siempre le recriminaba esta costumbre y pensó en su hija mientras se golpeaba contra el techo y la litera, intentando sujetarse a cualquier punto sin conseguirlo. Sintió un dolor insoportable en la cabeza, como si algo se hubiese introducido en ella, después….nada.

La cabina siguió dando tumbos pendiente abajo y quedó con las ruedas hacia arriba medio sumergida en el río. A pocos metros, el remolque también se había detenido contra unas rocas y la carga que llevaba se desparramaba por el campo de girasoles

Desde la carretera, algo alejado del lugar del accidente, un hombre de negro con gafas oscuras miraba la escena. En su rostro se dibujó una sonrisa que más parecía un rictus. El Mercedes había conseguido escapar de la policía. Todo había sucedido como lo tenía planeado. Caminó hasta el lugar donde había dejado la Harley y se marchó en dirección a la autopista.