Le llamó su exmujer por teléfono.
-¿Sabes ya lo que ha pasado en tu casa? El vecino de arriba se ha tirado por la ventana. Me lo ha dicho mi amiga Ana, la que es vecina tuya.
Él se quedó pensando. No recordaba quién podría ser el vecino de arriba. Había varias viviendas por piso y a muchos, tras quince años viviendo allí, ni los conocía. Observó que no sentía nada. Ni compasión, ni horror, ni nada. No era asunto suyo.
-¿No te has dado cuenta al salir por la mañana? Han ido dos coches de la policía, una ambulancia, vecinos, conserje…
-No, no he visto ni oído nada.
-Lo habrán recogido todo de inmediato.
Su exesposa era muy ordenada, pensó él. Parecía satisfecha del funcionamiento del sistema cuando alguien se suicidaba. Quedaba resuelto el problema de limpieza. No había permanecido allí mucho tiempo el cadáver a la vista de los niños que hubiera jugando en el jardín. Habrían lavado la sangre. La policía y los servicios de urgencia se habían retirado deprisa molestando lo mínimo… Estaba contenta con esa actuación.
Acabaron la conversación de inmediato porque a ella le sonaba otro teléfono.
La normalidad era absoluta cuando él salió a mirar la por la ventana..La cerró y oyó en su interior las palabras de su exmujer. “Lo habrán recogido todo de inmediato”.
Sobre el alfeizar de la ventana vio una hormiga. Abrió de nuevo. Tomó la hormiga entre los dedos y la dejó caer a la calle. probablemente donde poco antes se habían aplastado los huesos del vecino. Después levantó la vista y vio que las nubes que se acercaban no eran de lluvia.
-Por si acaso voy a coger un paraguas. No me fío -se dijo mientras corría las cortinas.