Dicen que en noches de luna llena existen rituales que se ciernen sobre nosotros influyendo en nuestras vidas, rituales de magia que pueden proteger y estabilizar la calma, que estimulan las emociones y éstas alejan las energías negativas y las malas vibraciones.
Hay noches en las que la Luna se viste con ropas de mujer y la magia rodea al satélite, con numerosas leyendas que hacen de ella un mito transformando y desatando pasiones, intensificando la vida e hipnotizando la noche de insomnio.
Quién sabe, pensaba Maika, sentada sobre el alfeizar de la ventana, abierta de par en par, esperando, hasta que, radiante, la blanca se asomaba en su marco preferido. El que ella veía pintado en su habitación cada vez que la luna en su fase de luna llena, deslizaba su fina luz, atravesando las cortinas blancas de lino y encaje, paseándose tranquilamente por su habitación, mientras dibujaba sus sueños en la noche….
Desde su posición no alcanzaba a ver las escalinatas que llevaban desde el faro al puerto bajando hasta la bahía, pero si escuchaba la melodía que lograba entonar en aquellas noches, consiguiendo conectar ese haz de luz que se repetía una y otra vez cada noche, que la blanca se colocaba en el quicio de su ventana. Entonces se sincronizaba con la noche y se imaginaba siendo la protagonista de esas melodías, que la llevaban a recorrer el mundo de otras épocas.
Así había podido visitar países insólitos desde la unión con la música, transformando su vida en una sucesión de hechos que se mezclaban en su mente, con imágenes y roles de personajes ajenos a ella, pero que la imaginación la llevaban a elevarse por encima de esa luz y esa esfera.
Sabía que era su atracción la que la transportaba en esas noches…noches de aquelarres de brujas, en las que todo es posible. Aquella noche de luna llena era especial. De nuevo hacía su entrada la luz de la blanca. Aquella noche la magia se transformó en una situación complicada. Maika, sin saber cómo, sintió que era transportada hasta un escenario que la desconcertó por completo.
Entrada la noche, sin café, sin abrazos, sin las caricias de quién decía que vendría y sin embargo no llegaba. Con el alma encogida luna tras luna, se quedo esperando y los versos que escribía se quedaron en su garganta, quebrando su voz antes de pronunciarlos.
Desde su ventana Maika contemplaba el brillo de la estela, reflejándose sobre el mar. Esperaba con ilusión a que llegase Manuel. Está nerviosa, sabe que Manuel está a punto de llegar. Regresa al punto de encuentro, sabe que tiene que esperar hasta que él la llame.
– Déjate de tonterías querida.¿Acaso piensas permitir que pasen los días, tus días, sin hacer nada, sin disfrutarlos?
“ Debes de pensarlo bien, por que te guste o no, hagas lo que hagas, el tiempo va a pasar igual. – Sálvame, sálvame por favor- le dijo una voz muy poderosa que le llegaba desde fuera enérgicamente.
Dentro seguía enroscándose en sus pensamientos. De repente oyó un ruido, como si alguien corriera por el jardín y se asomó rápidamente a la ventana, pensando que sería Manuel. Una sombra de hombre, también podría haber sido de mujer, corría por el jardín y el corazón le dio un vuelco. ¿Quién podría ser ?
Se paró en seco y reconoció la sombra.
-¿Te vienes?
– No puedo a estas horas – acertó a decir timidamente- ya es muy tarde.
– No puedo creerlo, están durmiendo.
– ¿Y que importa?, sabes que vengo a buscarte..
Se abrió un silencio entre los dos.
– ¡Tienes miedo!, Maika – dijo la sombra.
– De eso nada, no tengo ningún miedo.
Mayka se puso de inmediato en alerta. No iba a dejar que una sombra, un espectro manejará sus emociones, dibujando en su mente las palabras para perder el control y su equilibrio. Ella esperaba a Manuel, así que simplemente se aisló y se refugió en su pensamiento sin hacer caso. La sombra entendió. Se cruzaron los pensamientos. El entendimiento se abre. Maika salió de la escena convencida de que podía saltar con seguridad, después cruzo el jardín cerrando la puerta frente a su casa y descendió hasta la verja. Justo en ese momento la luna aminora el brillo de su esfera. Mayka sintió el frescor de la madrugada. Empezaba el ritual de un nuevo día. No estaba asustada. Se negaba a seguir adelante. Si lo hacía, no regresaría jamás.
– No quiero seguir y no estoy asustada.
– No seas tonta, vente -le dijo la sombra. Se quedó en silencio, luego se acercó y la miró comiéndosela… sonrio desafiante. Dejo ver en ella un vacío que le aterrorizó. Algo tiraba de ella hacia la verja. Se zafó de un tirón de la sombra. Mayka no dejaba que nada la gobernase. De repente una nube se interpuso entre ella y la luna.
Maika se despertó sobresaltada.
Se había quedado dormida sobre su mesa. Vente conmigo, no seas tonta. Quedaba escrito en su cuaderno. Su pluma destapada reposa sobre su escritorio.
Mira hacía el otro lado de la mesa. Manuel duerme plácidamente.