Nos veríamos, algunos años después de aquel entredicho que nos hubo alejado, al uno del otro.
Y descubriríamos que ya no éramos, quienes un día fuimos. Vagando penosamente andaríamos por un corto espacio de tiempo para luego darnos cuenta que la vida pasa, y en ella nos consumiendo.
Cual ascuas que restan de una hoguera, y se van apagando cuando el viento sopla, en una fría tarde, una hermosa tarde de primavera.