Atardece con una serenidad de pájaros.
Es el momento impreciso
– al que no supimos nombrar-
en que la luz guarda matices pardos,
en que las rosas estornudan suavemente
y se escuchan los sonidos hasta ahora inaudibles.
Atardece con una serenidad de grillos
y llegas descalza hasta mi parva de heno
donde te apoyas en la noche
que ya cuelga,
que se balancea
entre tus senos.
Al tomarla te dejaré desnuda
y tu piel se unirá a la brisa
a la grama
y a todas mis estrellas.