00Había leído un aviso que decía:
MASAJES – RELAX – SPA
Disfruta de nuestro servicio PREMIUN.
Solicita turno al 11623848653
Sin pensarlo tomó el teléfono y llamó, tenían lugar disponible a las siete, aquella misma tarde.
-Perfecto!! – exclamó Cinderella. – Luego de tanto trabajo en la oficina, me vendría bien un momento para relajarme y pensar en mi bienestar – pensó.
Aunque no le sobraba el dinero, aquella tarde Cindy (como la llamaban sus amigas) decidió hacerse unos mimos y al salir de su trabajo se dirigió a aquel SPA, donde tenía reservado un “servicio PREMIUN”.
Cindy nunca había asistido a un lugar así, entró y se anunció en la recepción, la mujer que la atendió le comunicó que Alex era quien la atendería, al oír eso, Cinderella sintió vergüenza que un hombre le hiciera masajes, pues nunca había estado con un hombre, pero tratándose de un lugar así, aceptó, además no quería perder la oportunidad de aquella experiencia.
Ya en el gabinete, Cindy se puso la prenda que le habían dado y esperó en un sillón a un costado del gabinete, a los pocos minutos se asomó un muchacho vestido con pantalón de lino blanco (casi transparentes), torso desnudo y bronceado y una mirada azul profunda que hizo que Cindy quede hipnotizada al instante.
-Hola pequeña – le dijo – soy Alex y vengo a proporcionarte el relax que venís a buscar, acuéstate en la camilla boca abajo y dejate llevar.
Cindy, hipnotizada como lo estaba, acento con la cabeza y obedeció. Acostada en aquella camilla, se sentía vulnerable casi desnuda con esa diminuta bikini, pero decidió dejarse llevar como le había dicho el Adonis que ahora estaba acariciando sus hombros, con las manos humectadas con aceite de almendras.
Alex empezó a masajear sus hombros, Cindy sentía sus manos suaves y delicadas. Poco a poco comenzó a sentir que sus manos bajaban por la espalda hacia la cintura, con sus dedos le hacía pequeños toques circulares a los costados de la cintura y volvía a subir por la columna y volvía a bajar.
- Relájate – le dijo Alex – estas muy tensa, no te asustes, no voy a hacer nada que no sea de tu agrado.
-Es la primera vez que me dan masajes – contestó Cinderella
-Bueno, entonces voy a hacerte los mejores masajes que se hacer, así volverás a verme, cierra los ojos y relájate – volvió a decirle. Y Cindy se dejó llevar.
Alex comenzó a acariciarle la cola, siempre con sus manos humectadas con aceite, le ordenó que abriera un poco las piernas y sin pedir permiso, sus dedos se perdieron en el interior de la entrepierna, Cinderella hizo un respingo, pero al sentir un dulce beso en el lóbulo de su oreja, cerró los ojos y se entregó a aquella sesión de masajes que parecía tener un relax extra.
Al salir de aquel gabinete, Cindy dejó su celular en la camilla, cuando Alex lo encendió había un mensaje:
- Cada sábado a las veinte te esperaré en mi casa para que me devuelvas mi celular y continúes con los masajes…