Los gritos se confunden con el ruido de las piezas de dominó al chocar contra la mesa y a la vez, son aniquilados por el excesivo volumen de la música que suena a cada hora, a cada minuto y a cada segundo en la vecindad. Nadie dice nada, ningún vecino se atreve a señalar o a cuestionar si la nueva sala de apuestas cumple o no con los permisos oficiales y menos aún, si los dueños tienen noción de normas de convivencia, casi ninguno, las conoce y quienes sí, la obvian a su antojo y aprovechan la venta de licores para levantar los puestos con ventas de comidas y sacar algún dinero extra que ayude a paliar la situación… La vaina esta está muy ruda como para estar prestando atención a los desórdenes emocionales o patológicos por el incremento de decibelios en el ambiente y no hay tiempo para entrar en discusiones, leyes y normas del buen ciudadano y comportamiento vecinal.
Todos están invitados al festín, quien no se monte en el tren es porque no tiene ambiciones y no aprovecha las oportunidades que ofrece el destino para salir adelante con un negocio decente, quizá, quien no se una al grupo de nuevos empresarios, vivirá las noche de fin de semana comiendo y durmiendo con amargura, porque las pistas musicales inundaran los aposentos de su casa y ni siquiera será capaz de disfrutar en santa paz sus programas de televisión favoritos, hablar en familia, ni hablar. O se integras, o toda su privacidad será invadida al son de una salsa o un merengue, acompañado de una mentada de madre o aderezada con un coro de letanías subidas de tono, irrepetibles, mientras aumenta el número de vueltas en la cama, y casi se enloquece, deseando que se haga de día rápido para iniciar cualquier faena, lejos del mundanal ruido
Tomás, así lo ha entendido, mas intenta mantenerse en su cabales, porque también ha comprendido que lo otro, lo de ser buen vecino, lo lleva en la sangre y es que además, no ve con muy buenos ojos que sus amigos se gasten el poco dinero que ganan en la obra, donde dejan el alma y ahogan sus penas, por las carencias, entre la rabia y el sudor. Observa desde la ventana de su habitación, la improvisada escena que incluye mesas de juego de cartas y dominó, extendidas hacia la calle, y según le han comentado, en el interior del recinto, monitores y pantallas HD de televisores y ordenadores para los clientes que gusten de las apuestas de caballo. Al ritmo de “Buscando guayaba ando yo” en la voz de Rubén Blades, se persigna y se repite en silencio que ya se le ocurrirá algo, a pesar de que cada vez que trata persuadir a los demás, es señalado como débil y falto de voluntad, que vive sujetado a las faldas de la mujer. Esto a él, no le disgusta, le hace gracia, más bien; Lucía, su esposa, una joven sordomuda, le sugiere a cada momento, que no se inmiscuya en otros asuntos distintos a los de su familia, le repite a cada momento, que sus amigos viven la vida a un ritmo diferente al de ellos, además de insistirle en que no debe preocuparse, ya que está segura de salir adelante y que tiene que pensar en positivo para alejar las malas influencias y llenarse de energía positiva y que no pensara más en los muchachos, arrancándole la promesa de no interferir más en sus apuestas.
Tomás, sabe que las nuevas medidas económicas anunciadas por el gobierno el día anterior no son parte de solución alguna y que cada vez las cosas empeorarán, consciente de que es imperativo aumentar los ingresos familiares recorre calles, devora periódicos y realiza inmersiones a diario en internet, buscando esa posibilidad laboral extra que les permita adquirir lo indispensable y poder comer con algo de dignidad. Ambos, él y su mujer están hartos de madrugar y perder horas y horas para salir a hacer filas frente al súper o peor aún, esperar arropados de paciencia que distribuyan las bolsas de comida pagadas con anterioridad a los líderes comunitarios y que llegan con retraso, con suerte, “cuando se tiene el estómago pegado del espinazo”. Todo esto lo abruma, se siente invadido por una tristeza extraña y es que en el fondo, su procesador interno, por más que quiera depurarlo, despliega traición y frustración, ya que sin pretender liderar proyectos, fue siempre presto a colaborar y prestar apoyo a su comunidad, a su barrio, el mismo que un día decidió hacerlo a un lado, tildándolo de enemigo, cuando comenzó a desconfiar del sueño que había comprado, pero que se trasmutaba en pesadilla sobre la mesa a la hora de la comida. Supo desde entonces que había perdido respeto y consideración entre los vecinos, quienes vestidos con altisonante hipocresía, se aprovechaban aun de su bondad…Sin temor a represalias ni malas caras, les repetía a menudo, tener en paz su conciencia y que definitivamente no la pondría en venta por una tranquilidad pasajera y que con toda seguridad, su hijo, que ya venía en camino, merecía un mejor escenario, porque tanto el, como su esposa, querían verlo crecer feliz…
La suerte tocó a su puerta con la muerte del suegro, dos casas, un taller y una grúa, recibieron por herencia, -“Sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas, ¡Ay Dios!- tarareaba fanfarronamente, cargando os chécheres al camión de la mudanza; no faltó quien se pusiera a la orden para ayudarlo a manejar el negocio, ni vecina que ofreciera sus cuidados al pequeño Tomás, quien ya andaba en sus 2 añitos, recién cumplidos.
Poco le duró la nostalgia por el barrio, en su nuevo hogar, un condominio con piscina y salón de fiestas, con estacionamiento propio, aunque no tuviera carro, le bastaba para darse cuenta que las prioridades habían cambiado y que de ahora en adelante, los reclamos y preocupaciones girarían en torno al buen uso del ascensor, a que los vecinos recojan la caca de sus mascotas y no se estacionen en su puesto…Ya no trabaja en la obra, Lucia, quien presume de conocimientos de macro y microeconomía, administra el negocio, mientras Tomás lo atiende diligentemente, repartiendo ordenes entre sus empleados para que mantengan limpio el lugar y trabajen con disciplina.
Una tarde, en su hora de almuerzo, un empleado le preguntó con ingenuidad:
-“¿Señor Tomás, que es la inclusión? Meditó unos segundos y luego respondió enérgicamente:
-“Un invento para joder al más débil, si estás de acuerdo conmigo, si me apoyas, cual guerrero siempre fiel, así te mueras de hambre, estás incluido, de lo contrario, te vas pal’ carajo, eso es la inclusión…¿Estás de acuerdo?…