He pasado la vida procurando
y consiguiendo -a veces- a mujeres,
posponiendo sin duda otros placeres
y cualquier otra cosa postergando.
¿He perdido mi vida? No lo creo;
dudo que haya más bella arquitectura
que la delicadísima osatura
que bajo el pie de una muchacha veo,
dudo que haya lectura más hermosa
que un rostro de mujer desencajado,
música más gentil que sus gemidos,
dibujo como un vientre abandonado
o rosa más hermosa que esa rosa:
bien he gastado en ellas mis sentidos.