Las copas de los árboles se abrazaban formando una amalgama de vivos colores. Tonos esmeralda, rojos, verdes, dorados…, dibujando ante mí un lienzo de luz y sosiego. Y las hadas no tardaron en aparecer. «¿Quién eres? ¿Cómo has llegado hasta aquí?», preguntaron revoloteando a mi alrededor. Diminutos seres alados de suave voz, de grandes ojos, de elegante fisonomía.
Atrás quedaba un arduo camino; mas al fin, me encontraba en su feudo.
—Vengo en busca de vuestra reina —expliqué—. Necesito que salve a la mía. Decidle que mi único pecado es el amor; que estoy dispuesto a ofrecerle mi vida.
La reina hada.
![La reina hada.](https://i0.wp.com/desafiosliterarios.com/wp-content/uploads/2016/06/3222719782_c6677427f2_hada.jpg?resize=344%2C500&ssl=1)