La tierna Evelyne guardaba secretos ocultos en su alma, la diosa Valentine la llevaba siempre consigo para evitar su soledad, en días de lluvia juntas se sentaban sobre el prado para refrescarse, y purificar sus corazones. La rosa protegía a la diosa de la mala suerte, un tierno regalo por ser recogida al final de un sendero en donde la muerte le pisaba los talones; una promesa eterna donde los logros personales cumplían un papel fundamental a la hora de tomar decisiones.