Ella, es poseedora de grandes ojos negros, dos carbones interrogándote a
gritos con su silencio. El color de sus cabellos hace juego con sus ojos, y
elevan el color su piel de alabastro; ellos caen con gracia esparcidos
sobre su espalda hasta la cintura, y por delante protegen su generoso
pecho.
Todo su rostro refleja una tierna belleza.
Buena moza y bien proporcionada se movía con sigilo para que nadie
fuera consciente de su estar, como quien pide perdón por existir y
molestar por ello. Observa la vida desde lejos, sin prisa, fuera del espacio
y el tiempo.
Sus veinticinco años de misterio la envuelven. Algunos de sus íntimos
habían tenido el privilegio de haberla visto crecer, de ver su tímida
sonrisa, e incluso haber oído el celestial sonido de su risa.
Su hermana mayor, y dos pequeños, la admiraban y respetaban como sus
padres lo hacían.
Desde siempre andaba metida en sus pensamientos, sobre el papel les
daba formas, al principio llenaba con frenesí hojas y hojas de rayas
pequeñas que fueron creciendo, luego círculos… Miraba extasiada todo lo
que quedaba impreso en el papel. Con el paso del tiempo fueron
hermosos dibujos, barquitos de papel, poemas inspirados en cada milagro
observado en la naturaleza, y en su interior…Lo más cotidiano lo
convertía en arte, que sólo conocían los que tenían la suerte de estar a su
lado.
Palabras 228
S.D.G. Paquita Mejías Mayordomo