Mi locura sucumbe en paraísos
y navega por mares de papel
domesticando anhelos huidizos
que torturaron el ayer.
Mis versos brotan entre piedras
y se me graban en la piel,
a veces, alguien los entierra
otras, nadie los lee.
Mis labios sangran de adioses
que jamás quise retener,
son el lastre que el destino escoge
para quien ama sin querer.
Mi vida está salpicada de sueños
tan oscuros que apenas se me ve,
mueren en cada lágrima que empeño
en la almohada del anochecer.
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