• UN DIA CUALQUIERA
    (Intentando jugar con el Barroco)
    Cuando se prende la vela ya olvidada por el sueño disfrutado.
    Viendo como aumenta sin prisa su luz que trae vida, transformando en azul transparente lo que fue manto obscuro cubierto de
    luciérnagas.
    Es milagro diario a contemplar por todos los que saben usar sus mil sentidos.
    El vigilante contador del tiempo que a mi lado reposa, cumple su cometido, amenazando con taladrar mi oído si no redimo el tiempo
    y su llamada cae en el olvido.
    Entonces, como el mono herido, alargo mi mano y lo castigo.
    Salto del caliente refugio mullido y preferido.
    Vuelo de rama en rama siguiendo las rutinas que me darán impulso para escribir a la luz de la vela, el capítulo todavía no vivido.
    Todo empieza de nuevo, cada cosa a su ritmo.
    Un rayo de oro entra por la ventana a mi tranquilo nido, valiente y atrevido.
    Saluda y yo saludo diciendo: ¡Bien venido! Su cuerda destellante se enreda a mi cintura y cautiva me lleva a ver su origen, principio de tanta maravilla.
    Observo allí en el horizonte los ardientes colores que salen desde el dorado círculo, mezclando gamas carmesí con amarillos, creando llamas de anaranjados nunca vistos.
    No sé si el hermoso cuadro a todos regalado hoy sabremos apreciarlo, o agarraremos una brocha bien gruesa trazando un aspa negra que oculte su belleza.
    En esta reflexión andaba mi mente peregrina, cuando me vuelve en mí, el aroma de hogar que desprende el siempre caliente y negro líquido, cayendo alegre en mi taza preferida herencia de mi abuela recibida.
    En el rincón que emana serenidad y paz, con gratitud al cielo por el día nuevo, recibidas las fuerzas necesarias con los regalos de las cantarinas amigas del corral de la vecina, el pan sabroso, y el café calentito y oloroso, después de leer el mejor libro de sabiduría, empieza lo mejor sin ningún temor: ¡Vivir la vida!
    S.D.G. Paquita Mejías Mayordomo 18-10-21