¿Algunas personas son un poco exageradas y te han dicho que “eres un demonio” o incluso que “eres peor aún que un demonio”? Y si te lo han dicho ¿fue alguien muy enfadado o estaba sonriente? Bueno, no me contestes. Lo que te quiero decir es que ser un demonio no siempre fue malo. Verás:
Esta palabra proviene del latín “daemonium” y ésta a su vez del griego antiguo, “daimónion”, o bien “daímôn”. Sin embargo, esta palabra significaba “espíritu, deidad, divinidad”.
Los “daímones” no tenían por qué ser malignos. Eran almas de muertos que según Hesíodo, hacían de guardianes para los mortales. Aprovecho para recomendaros investigar respecto a Hesíodo. Si tenéis interés, os contaré más cosas de él.
Quizá se puede aclarar que he sabido que la palabra “theós”, “dios”, se refería a deidades en persona.
Existía por ejemplo la palabra “eudaimonía” que quiere decir “felicidad” o “buena suerte”, como “ayudado por espíritu bueno”.
Con el cristianismo, muchos términos de origen pagano, adquirieron un sentido negativo. Y así fue como esta palabra se transformó en el maligno.
Pero el recorrido que hacen las palabras es largo. “Dividir”, es una palabra española que proviene del griego antiguo: “daíomai”, “dividir, distribuir” y con “démos”, “tierra, pueblo”, tal vez en alusión a la división de las tierras. ¿Era “Daímôn” el “espíritu que repartía (dividía) destinos y fortunas”? Pues no lo sé. Yo no estaba. Quizás por eso mi fortuna se la dividieron mis hermanos mayores. Porque yo no estaba.