CAPITULO 4: Los resultados

Entre y siéntese, doctor –dijo el ministro de defensa, señalando una silla–. He llamado al ministro del interior para oír de su viva voz los resultados del examen médico realizado al general Peña Sandoval.

El doctor asintió, se sentó en la silla y empezó a mencionar los resultados de todos los exámenes médicos realizados.

–Voy a empezar por lo más básico y después iré avanzando hacia los detalles. Los exámenes de sangre muestran que el general está muy bien de salud, la hemoglobina perfecta, los glóbulos blancos normales. En resumen, ni está anémico ni tiene ninguna infección. El examen de orina también está bien, así como el de heces.

–Deduzco que los captores le dieron un buen trato al general–, dijo el ministro del interior.

–Así es–, dijo el doctor. –No hay ningún indicio que demuestre lo contrario–.

–Continúe doctor–, dijo el ministro de defensa.

–Se le hizo un examen psicológico cuyo resultado es que el general aún está en shock, normal para estos casos de secuestro. Lo que se pudo sacar en limpio de este examen, es que sus captores siempre estuvieron pendientes de cuidarlo. Dijo que estuvo dopado la mayor parte del tiempo.

–Por ahora, como que vamos bien. Continúe–, dijo el ministro del interior.

–Después se le hizo un examen físico. Los reflejos están bien. En ninguna parte del cuerpo tiene hematomas. Sus órganos parecen estar bien… pero hay un detalle…

–¿Qué detalle, doctor? ¡Desembuche de una vez!–, lo apremió el ministro de defensa.

–El general fue sometido a una operación de emasculación parcial.

–¿Una emaqué, doctor?–, el ministro de defensa lo miró desconcertado.

–En otras palabras, al general le hicieron una esterilización parcial.

–¡Eso no es lo que le hacen a las mujeres cuando les quitan los ovarios y todo eso! ¡Déjese de tecnicismos y hablé en cristiano!–, dijo el ministro de defensa.

–General, en cristiano sería que lo caparon parcialmente. Al hacerle el examen médico fue notorio la falta de los dos testículos. En su lugar había una herida muy bien suturada con un proceso de cicatrización en progreso.

El ministro de defensa se paró de su silla y acercando su rostro al del doctor dijo:

–Lo que usted nos está queriendo decir es que al general le cortaron sus bolas. ¡Que los güevones que lo secuestraron, nos lo mandaron sin bolas! ¿Estoy entendiendo bien, doctor? ¿Es lo que usted dijo?

En ese instante, el general sentía que las aguas de su alma rugían como un mar embravecido y que estaban a punto de romper las esclusas que las contenían.

–Bueno, mi general, en lenguaje coloquial podría decirse así.

–Es decir que lo han capado como a un animal.

–La operación fue realizada por un médico… yo diría que por un especialista… la sutura es impecable y se ve que pusieron mucha dedicación en el proceso post-operatorio.

–Y dígame, doctor… él que le conté ¿sigue ahí?

–Sí, la esterilización fue parcial. El pene está intacto.

–¿Y qué implica para la vida de un hombre estar capado? Al menos tiene pene ¿podrá hacer algo con él?

–Mi general, su pregunta implica una explicación más detallada. Empezaré diciendo que al general Peña Sandoval le extirparon las glándulas que segregan la testosterona que se encuentran en los testículos. Una consecuencia es que su libido se va a reducir o eliminar.

–¿Libido? Dicho en cristiano, ¿eso no son las ganas de coger? Es decir que Peña Sandoval no va a poder coger a ninguna mujer más.

–Al tener pene pudiera hacerlo, mi general, pero el asunto es que no va a tener muchas ganas.

–Es decir que va a hacerse marico. ¡Pobre!…¿hombre?

–No, mi general. Una cosa no tiene que ver con la otra. A Peña Sandoval le pueden seguir gustando las mujeres, pero no va a tener ganas de tener relaciones sexuales con ellas.

–Usted dirá lo que quiera doctor… ¿pero de qué sirve que un hombre tenga pene si no quiere usarlo sino solo para orinar? Porque para orinar si le va servir, ¿cierto?

–Para eso le va a servir perfectamente. Mi general, si me permite agregar algo…

–Hable, doctor. Hable…

–Tome en cuenta que las facultades cognitivas y los conocimientos de Peña Sandoval están intactos.

–¡Claro! Pero ahora imagínese, cuando los subalternos y la tropa en general se enteren que Peña Sandoval está capado, va a ser el hazmerreír de todos. ¡Coño, eso no puede ser!

–General, usted tiene razón. Puede ser que Peña Sandoval tenga todas sus facultades buenas pero al faltarle las bolas, va a ser difícil que lo respeten… además he oído que la falta de testosterona hace que el hombre pierda el vello, la voz se afemine e incluso que le salgan tetas–, dijo el ministro del interior.

–Doctor, ¿es eso cierto? ¿Peña Sandoval va a terminar lampiño, teniendo tetas y hablando como mujer? ¡La cosa se pone cada vez peor!

–¡Señores, esas son puras habladurías populares! Si la castración se hace antes de la pubertad mantendrá la voz, cuerpo y genitales de niño, no desarrollará vello púbico, y tendrá poca apetencia de sexo, o ninguna.

–Doctor, ¡vaya al grano! Peña Sandoval ya es un hombre o, mejor dicho, era un hombre… y, no me mire así, doctor. ¡No empiece hablando de adolescentes!

–¡De acuerdo, mi general! Las castraciones después de la pubertad, que vendría a ser el caso de Peña Sandoval, típicamente, reducen o eliminan la libido. Ocasionalmente, pueden tener erecciones, orgasmos y eyaculaciones sin semen. La voz no sufre cambios y el cuerpo adquiere la tendencia a engordar.

–¡Dios! ¿En qué clase de engendro lo han convertido?

–Cada ser humano es un mundo. Habría que ver si el cuerpo del general Peña Sandoval sigue el comportamiento típico observado en estos casos o, si por el contrario, hay algunos cambios mayores. Eso solo se verá con el transcurrir del tiempo.

–En resumen, no sabemos qué le puede pasar al cuerpo del general Peña Sandoval–, dijo el ministro de defensa. El médico asintió.

–Si a mí me hicieran eso, me autosuicidaría.

El médico esbozó una sonrisa y miró al ministro del interior con complicidad, lo cual no pasó desapercibido para el general.

–¡Ah! ¿Se están burlando por lo del autosuicidio, no? Pues lo dije para darle más énfasis a lo que dije.

–Lo que pasa es que un suicidio, ya de por sí ¿cómo decirlo?… es suficientemente enfático. –dijo el médico.

En ese momento, el presidente entró al despacho del ministro de defensa. Fue puesto al corriente de los resultados obtenidos de los exámenes realizados a Peña Sandoval. Al oír lo de la castración no pudo ocultar su sorpresa.

–Señor presidente, es imperativo dar un comunicado sobre la liberación del general Peña Sandoval, sin mencionar lo otro. El gobierno no puede pasar agachado en este tema. Mis fuentes me dicen que afuera la gente está inventando cualquier cantidad de historias–, dijo el ministro del interior.

–Lo de castración es realmente sorprendente… Usted dice que la operación tuvo que ser realizada por un médico o especialista ¿Está seguro de eso?–, dijo el presidente mirando al doctor.

–Estoy muy seguro, señor presidente. La operación, sutura y el cuidado post-operatorio fueron realizados por manos altamente calificadas.

–Ummm. Creo recordar que uno de los hijos de Córdova es médico–, dijo el ministro.

–Así es, señor ministro. El cuarto hijo de los Córdova Ramírez, es urólogo–, dijo el doctor.

El ministro de defensa mirando al doctor con los ojos llenos de interrogación dijo:

–¿Uroqué, doctor? ¡Otra vez hablando con sus palabrotas!

–Disculpe, mi general, es que se me olvida que usted tiene limitado sus conocimientos…

–¡Doctor, no se me haga el bromista, qué para bufón: Yo!

–¡Disculpe, mi general! No quise ofenderlo. Un urólogo es un especialista que trata las enfermedades relativas al sistema urinario del hombre y la mujer y, también las relacionadas al sistema genital del hombre.

–Es decir, que esos urólogos, se pasan la vida agarrando y examinando penes. ¿No hubiera sido mejor que sean ginecólogos? Así por lo menos, se la pasarían metiendo la mano en vaginas…

El presidente hizo un gesto para que todos se callaran y preguntó:

–¿No habíamos detenido ya a dos de los hijos de Córdova?

El ministro del interior asintió.

–Detuvimos al abogado y al político. Como sabe, señor presidente, ambos son acérrimos opositores al gobierno. Estuvieron dos días detenidos, pero no encontramos nada sospechoso en ellos y tuvimos que soltarlos.

–Doctor, entiendo que por la especialidad que tiene, un médico urólogo tiene el conocimiento técnico para realizar una castración, ¿me equivoco?

–No se equivoca, señor presidente. Es así.

El presidente mirando al ministro del interior.

–Es hora de salir a buscar a ese urólogo. Me parece que él va a tener muchas respuestas sobre nuestras interrogantes. Por cierto, ¿qué pasó con Sofía, la mujer que Peña Sandoval iba a visitar antes de su secuestro?

El ministro del interior le indicó que resultó ser la esposa de un teniente del ejército. La tuvieron retenida dos días y al no obtener ninguna pista, la dejaron en libertad.

–También interrogamos al marido, el teniente Castillo Ochoa. Había que descartar el móvil pasional. Tampoco encontramos nada y lo dejamos libre.

–Bien. Tendremos que sacar algún comunicado para detener las historias fantásticas que circulan por el país. Creo que lo mejor sería decir que gracias a la presión ejercitada por el gobierno nacional, los captores de Peña Sandoval lo liberaron en las afueras de la ciudad. No hay que hacer mención a que lo liberaron a pocos metros de la comandancia general de aviación ya que no es conveniente para nosotros. Finalmente, digamos que el general goza de una excelente salud pese a las vicisitudes a las cuales fue expuesto–, dijo el presidente.