Se sentó frente al teclado. Tenía una idea que se le ocurrió mientras iba en la guagua. En cuanto llegó a casa se puso a escribir. Tenía que compartirlo en desafíos literarios.
Había visto un hombre con sombrero adentrarse en un callejón. Aunque lucía un sol de justicia se imaginó que era de noche…mejor aún, era de noche y el callejón no era de aquí, sino de Chicago. Ese hombre entraba en el callejón a cobrarse una deuda. Se hacía acompañar de un cuchillo de cocina al que llamaba “Jimmy el mudo”.
Esa hoja acerada ya había cobrado para él deudas en el pasado y ahora lo había desempolvado. Jimmy, tenía trabajo.
Luisa estaba muy contenta, hasta ahora el relato le estaba quedando muy bien. Tenía fuerza, suspense…seguro que enganchaba. De pronto se preguntó a quién mataría el hombre del sombrero. ¿Una deuda de juego?…psss no estaba mal. El tipo era un asesino a sueldo. Alguien debía dinero a alguien y a él le contrataban para equilibrar las cuentas.
A Luisa no terminó de gustarle del todo la idea. ¿Y si fuera por celos? ¿Y si despechado iba a matar a su ex amante?
Aquello la complacía. Si… ¡Eso es!…los celos, el amor, la brutalidad del ser humano…el móvil más antiguo del mundo. De pronto se puso a pensar. Se sirvió un café cargado y le dio vueltas a la idea. ¿Y si lo enfoco desde el punto de vista de la mujer?
“Mimí entró en el callejón mientras encendía un cigarrillo con las chispas que saltaban de sus tacones de aguja al pisar los adoquines”…
No estaba mal. Le gustaba. Era muy gráfico. Mimí era una mujer de bandera, de esas que conducen la locura a los hombres. Luisa se dio cuenta de que había que describirla un poquito.
“Mimí, con un vestido de un rojo intenso que parecía una segunda piel, se adentró con pasos felinos en el callejón de las sombras. Sus curva imposibles se….”
– No, por ahí no voy bien – se dijo Luisa…
“Sus caderas dibujaban curvas imposibles mientras caminaba”
Sí, eso está mucho mejor pensó Luisa. Describe que Mimí es toda una “femme fatale”.
De pronto tuvo una duda. ¿Si la describo así no parecerá que justifico su asesinato? Es como si el hombre del sombrero hiciera justicia y no, Mimí era la víctima. ¡A ver, Luisa, “barre para casa” que eres mujer!
“Mimí, con un vestido de un rojo intenso que parecía una segunda piel, se adentró con pasos felinos en el callejón de las sombras. Su casa estaba a pocos metros. Llegaba cansada después de una noche en la que un tipo la confundió con lo que no era sólo por ser atractiva.
Estaba harta de que los hombres la juzgasen por su aspecto. Un día, un hombre de Maine la dijo que ella encendía los cigarrillos con las chispas que saltaban al golpear su tacón de aguja contra los adoquines. Le pareció divertido y se sintió halagada pero a continuación el tipo de Maine demostró que aquella frase la habría oído en alguna película de gánsteres y le dijo que su colt 45 estaría encantado de darle fuego. Se quiso hacer el ingenioso y sólo demostró su zafia cara. Toda la vida lo mismo.
Sólo amó con locura a Frank Jackson pero tuvo que renunciar a su amor el día que se enteró que estaba casado. Él nunca entendió que lo dejase. Se querían, pero la vida se encargó de separarlos mucho antes de unirlos.
De pronto, Frank estaba delante de ella, pero no venía solo. Jimmy lo acompañaba”
A Luisa le parecía buen final. Había tenido la idea del fin del relato y ahora sólo faltaba construir un principio que encajase con el final. Luisa solía escribir justo al revés. Tenía una idea para un comienzo y dejaba que el cuento y los personajes decidiesen qué iba a pasar a continuación. No le costó encontrar un hilo argumental. Tres párrafos más para presentar a Mimí y lo que hizo esa noche y ya la tenía regresando a casa y adentrándose en el callejón donde la parca le aguardaba.
Lo repasó varias veces…una coma aquí, un guion en éste diálogo, un par de tildes que se habían escapado. ¡Oh dios mío!…Había escrito “estaría enxantado de darle fuego”. Sin darse cuenta había tecleado la letra X en lugar de la letra C.
– ¡Malditas vecinas!
Lo corrigió rápido. Se había dado cuenta de que cuando se suben los textos a la página no hay corrección previa, es un trabajo de quién escribe. Todos se afanan por hacerlo lo mejor posible pero a todos se les cuelan pequeñas imperfecciones…incluso a los más avezados.
Pero Luisa, que al principio pensó que era una deficiencia de la página, se dio cuenta pronto que eso la hacía más humana….ser lo que era…gentes que cuentan sus historias alrededor de una hoguera en una noche de verano. Una reunión de amigos, con guitarra y todo. Gentes sencillas que escriben por el placer de escribir….lo de menos es que haya algún pequeño error. Lo importante es comunicar y darse al prójimo.
Luisa estaba contenta. El relato había quedado redondo. Lo subió y esperó impaciente a que los “duendes” de dentro de la página lo publicaran.
Pasaron unas horas que se suelen hacer eternas y por fin estuvo publicado. Lo leyó, ahora como lectora “desde fuera”. De pronto el mundo se cayó a sus pies: al escribir una jota, se había colado la letra hache…
-Malditas vecinas…

Pdt: en ésta ocasión y por lo que cuenta el texto sólo quise repasar una vez. Así si se cuela alguna vecina indeseable, el texto cobrará más sentido. Eso, sí, si se cuela es porque lo hizo…yo no quise dejar un error adrede.