Virginia salió de la oficina rumbo a su casa. Al doblar la esquina se topó con una oscuridad total iluminada apenas por pequeñas luces. No era la primera vez que eso le ocurría. De hecho así había viajado a aquellas montañas de nieves perpetuas, se había sumergido a todas las profundidades posibles del mar, viajado por desiertos, pantanos, selvas, sabanas, bosques, grutas, cuevas y ríos.

Antes de dar un paso más fue invadida por una sensación de miedo y curiosidad, exactamente las mismas sensaciones que había sentido la primera vez que le ocurrió aquello. En esa ocasión también había mucha oscuridad y aun así avanzó. Al instante supo que estaba en medio de algún mar porque el agua era salobre. Empezó a moverse, unas veces andando, otras buceando. En aquellas profundidades abisales de aquel mar desconocido vio seres espectrales, algunos tan delgados como una hoja de papel, otros parecían auténticos monstruos. El miedo se apoderó de ella pero fue disipándose al notar que aquellos seres apenas la miraban y seguían de largo. Fue entonces que se dedicó a descubrir aquel mundo espectral.

La oscuridad que veía ahora era similar al mar abisal y pensó que lo que le esperaba en aquel universo podría ser algo familiar. Recordó a su abuelo. Él siempre decía que los seres humanos somos islas flotantes perdidas en la oscuridad, uniéndonos al ritmo del universo. Dio un paso, su pie no encontró piso. Pensó que de aquel lado existía un inconmensurable vacío y eso le asustó, pero era muy tarde para retroceder, su cuerpo flotaba en aquella nada oscura. Una lluvia de estrellas fugaces pasó cerca de ella y le alborotó el pelo.

Pronto descubrió que podía controlar sus movimientos utilizando muy poca fuerza. Trató de dar un paso y descubrió que era más fácil impulsarse con sus piernas. Era como si volase o como si fuese buceando en ese mar de nada. Siguió avanzando con movimientos pausados, al ritmo que le permitía aquel universo; buscando una isla, alguna estrella, un planeta, pero a la vez, sin buscar absolutamente nada en medio de aquella oscuridad infinita.