Una vez al año se celebra algo llamado carnaval, o eso tengo entendido. Es una especie de celebración o ritual pagano que la gente hace antes de la semana santa. Coincide con el cambio de estación y se parece bastante a las bacanales que hacían en la antigua roma; aunque en este imperio, siempre había fiesta, tal vez por ello Roma se fue al demonio.
Interesantes ornamentos de vestimentas llenas de color, como pavorreales o medusas del fondo de los océanos; todo es tan desconcertante, nada de esto tiene aspecto humano. En Brasil las percusiones son el idioma que se habla a través de la música; y en Europa, en verdad no se como lo celebren; he de inferir que visten con algún tipo de máscara de la peste negra, o yo que sé.
Lo cierto es que una vez al año salen al mundo exterior transmutados en nuevos seres, y a nadie le importa el aspecto de uno ni de otro.
Eso está muy bien, y no digo esto por que sea políticamente correcto; de hecho, odio y detesto lo relacionado con la política y con lo correcto. La razón de estos pensamientos, de este gusto en que todos esos sujetos anden felices en sus celebraciones que no logro comprender; es una razón en extremo práctica.
Y es que una vez al año los míos, los que venimos de las estrellas y hemos quedado atrapados por culpa de la negligencia del chofer, el mismo que prefirió conducir un platillo volador a combustible, vehículo tan obsoleto y falible, a uno de esas poderosas naves que absorben la energía del mismísimo vacío. Si no hubiera sido por ese romántico piloto que encima de todo nos pagó el doble, por que según era veterano de las guerras del brazo de Perseo, o algo así, los míos estaríamos en casa haciendo el reporte de práctica que el profesor nos encargó.
Pero ahora, en medio de este tumulto de simios que apenas si balbucean (y llaman a eso “lenguaje” con gran orgullo), estamos seguros que nuestro profesor se ha dado de nuestra ausencia, creyendo que nos ha dado pereza terminar el trabajo final de la materia “Observación de civilizaciones primitivas”.
Una vez al año se celebra algo llamado carnaval, donde los seres humanos salen vestidos de forma extravagante; una vez al año, en estas mismas fechas, nosotros podemos salir como somos, sin maquillajes para ocultar nuestro verdadero aspecto.
Curioso es que, en uno de estos carnavales, un humano me dijo lo siguiente:
– ¿Se supone que eres un extraterrestre? –
-Sí-Le respondí
– ¡Ah, está de risa tu disfraz!, ¡es malísimo, se ve tan falso!