Es difícil establecer un vínculo fuerte con un gato. La relación debe basarse en el respeto mutuo, en dejar al animal que se exprese libremente y que sea él el que, en base a la confianza, vaya construyendo la relación con su amo, hasta acabar adoptándolo. Una vez esa confianza se logra la relación puede llegar a ser muy especial, una vez un felino ha adoptado a su humano la relación puede ser indestructible.

Por qué los felinos y los escritores se llevan tan bien, no se sabe, pero parece ser que sus vidas pueden ser similares, los escritores pasan horas delante de un folio en blanco y sus mascotas los acompañan en sus creaciones. “Caminan con una dignidad sorprendente, pueden dormir 20 horas al día sin duda y sin remordimiento, estas criaturas son mis profesoras” decía Charles Bukowski sobre sus gatos, llegó a tener nueve durante toda su vida y acabaron inmortalizados en una de sus obras. Debe de ser por su carácter solitario, porque son capaces de dar compañía sin molestar ni pedir demasiada atención a cambio, por su forma de ser individualista o por su gusto por la independencia… quizá por todo eso junto, pero lo cierto es que no hay animal tan afín a un escritor como el gato.

Otro escritor que tiene una especial relación con los felinos es Murakami. Aunque nunca ha tenido gato, sus obras están plagadas de estos animales transformados muchas veces en seres fantásticos.

En España también tenemos ejemplos de grandes escritores con una relación muy especial con sus mascotas felinas, Sánchez Dragó por ejemplo habla de su gato Soseki en una entrevista y a la pregunta que le hizo el periodista de el cultural respondió que de los más de treinta gatos que había tenido Soseki había sido el más guapo, inteligente y sensible de todos. Dijo que había sido un autentico aristogato, tanto que le dedicó un libro, cosa también habitual entre escritores. Podemos encontrar entre la literatura muchos autores que han dedicado libros a sus mascotas, como por ejemplo Soledad Puertolas, Doris Lessing, Rudyard Kipling o  G. K. Chesterton.

El caso más extraño que he encontrado en esta investigación ha sido el de los colaboradores de esta página, los desafiantes. He preguntado por sus mascotas y ninguno de ellos la tiene, así que les conmino a adoptar una mascota felina para poder denominarse auténticos escribidores.

Algunos ejemplos de grandes plumas y sus mascotas:

Éxtasis, Casa de Pelo, Hermano Solitario fueron gatos de Hemingway

Patitas, Noilly Prat y Jorge Matadragones eran los gatos de T. S. Elliot

Teodor W. Adorno fue el nombre del gato rescatado de un basurero de Saignon, en la Provenza de Julio Cortazar

Tigra, Blanquita, Rita, Lucía, Pelusa fueron algunos de los más de veinte gatos que llegó a tener María Zambrano.

Cattarina y Plutón fueron los nombres que puso Edgar Allan Poe a los suyos.