Hay sonidos.
Mi afirmación puede parecer lacónica y obvia pero es cierta, los hay. Los sonidos son hilos que están atando mi consciencia a la realidad. Mi mente huye rodando por la pendiente de una especie de indiferencia reactiva y los ruidos me despiertan, pero no me sobresaltan. Nada lo hace. Mi estado de ánimo es cada vez más inalterable. Como si no hubiera estímulos. Me pregunto cómo sería un ruido falso.. O oír falsamente los sonidos. Eso hago yo.
Algo no marcha. Debe de ser el efluvio de la tarima flotante, recién barnizada en mi casa. Me estoy alejando del mundo sin moverme. Sin drogarme. Dejando de estar. Pronto empezaré a flotar y a ser transparente. Y dejaré de oíros, tanto a los que me queréis un poco, si los hubiera, como a los que solo son un murmullo lejano. Las señales externas dejaran de impresionar mis sentidos. Dejaréis de existir. Cuánto lo siento por vosotros.
Imaginativo!!!
Se percibe tristeza en el relato. Deberías cuidar de no barnizar los muebles dentro de casa. Para escuchar mejor otros sonidos, digo…
Por cierto, ¿volverá la columna de “el origen de las palabras”? Me encantaba esa sección.