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“El inspector Tontinus y la nave alienígena”, de Avelina Chinchilla “Botas de hule”, de Arturo Ortega “Mar de sueños azules”, por Mar Maestro. [products ids = “22554, 22701, 22860”] |
Llevaba toda su vida detrás de ese viejo mostrador, no recordaba desde que tenía el primer atisbo de memoria, pero le había salido los dientes allí, en esa librería como antes le salieron a su padre.
Había llegado el momento de jubilarse, el polvo del papel no hacía demasiado tiempo para sus pulgares, era vieja, pero no era tanto como para no poder viajar, algo que siempre quiso viajar a través de los libros que llegan a sus manos. Regentaba una librería de viejo, había libros amontonados en todos los rincones de ese ruinoso y viejo local, se pasaba el día, catalogando libros, algunos no valían nada, otros eran verdaderos, tesoros y se quedaba encantada hojeando sus páginas ajadas, si eran interesantes hasta la restauración y conservación en una vieja vitrina para preservarlos del polvo, la humedad o la sequedad.
Aquel día llegó a sus manos por un libro muy raro, era especial, muy especial, era una primera impresión de un libro de viajes de los mediados del siglo, se puso unos guantes, las páginas estaban tan abiertas que las pasaba algo rápido se podían desintegrar, pero era tan interesante que no podía dejarse mirarlo, las pupilas se clavaron en las letras de una imprenta, las primeras imprentas que llegaron a España, estaba impreso en valenciano y no estaba catalogado en ningún archivo, que era un tesoro, y había llegado a sus manos por casualidad.
Empezó a leer con dificultad, aunque a la medida de lo que era la verdad era total, hablaba de un viaje a través de rocas en la lejana y Pérfida Albión, donde unos salvajes se vestían y con una lengua extraña se realizaban unos ritos alrededor de una piedra en las que doce mujeres vestidas con túnicas blancas sacrificaban una virgen, el corazón se le aceleró, un zumbido se instaló en sus oídos, un mareo le nubló la visión.
De pronto no entendía nada, los créditos económicos salieron de las páginas del libro y resonaban en sus huesos, se miró, se extrañó, estaba vestida igual que las sacerdotisas, de un solo color, sus cabellos siempre recogidos en un elegante moño flotante sobre de sus hombros y mujeres danzaban alrededor de ella, no podía ser, ella no había salido de su librería, ¿cómo había viajado hasta allí?Un libro cayó de sus manos, era el mismo que había llevado con ella, pero esta era nuevo, recién salido de la imprenta.
-¿Quién sois vos? ¿Quién ha dado ese libro?
Abría la boca pero no tenía sonido alguno, no tenía idea de cómo había llegado hasta allí y en realidad tampoco estaba segura de cómo había llegado ese libro a sus manos.
-Lo … lo siento, no lo sé.
-De dónde venís, no entendemos vuestra lengua, pero parecéis una dama.
-¡A la hoguera! -dijeron a una parecían druidas.
-Contestad, ¿Quién os envía? ¿A quién servís?
Aquel había sido un viaje a través de un libro, pero no el viaje que esperaba, que había sido un maldito viaje en el tiempo, un viaje maldito …