He llegado hasta aquí, con las manos vacías y sin maletas,
he llegado desnuda y con el alma limpia, pero llena de amor incondicional e infinito, capaz de traspasar barreras infranqueables.
Con la justicia por bandera y las palabras certeras y justas, con ganas de gritar verdades como templos a todo el que quiera escuchar mi voz y mi veracidad…

Tal vez con un poco de desconcierto y confusión por no saber si el camino elegido es el certero, el que corresponde.
‌¿pero quién lo sabe?,
‌pero aquí estoy, con todo lo que sé tengo y poseo, dispuesta a dar a quien lo necesite una palabra de aliento al desamparado y una sonrisa al que lleve un sabor amargo de la vida.
‌De donde vengo, sólo traigo la luz y la claridad de mi ser.

‌Fui concebida con amor, amor, que se quedó impregnado en mi piel como a fuego; con cicatrices cargadas de experiencias y con razones rebosantes de reciedumbre y fortaleza, así fui traída al mundo.

He llegado hasta aquí,
a veces arrastrando mis maltrechos zapatos, concecuencia de los muchos kilómetros andados, en toda una existencia variable, inconstante, tal vez transformable, a veces inestable, pero con los ojos llenos de incandescescencia en cada mirada y un atisbo al futuro cargado de firmeza y vigor.

‌El amor…
‌¡Ay! el amor, desparramándose y resbalando por mi cuerpo;
‌ y no me daba vergüenza que fuera visible para todos, porque era la razón y el argumento que mejor podía adornárme.

‌He llegado hasta aquí, para pedir perdón, perdón por los daños colaterales que he podido infringir inconscientemente a mis análogos.
‌Pero con la convicción y apetencia de dar íntegra y absolutamente cuanto soy, cuanto tengo y cuánto anhelo.

‌Aline Papetti Lagonell
‌19/10/2017
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