Pol no podía desperdiciar la oportunidad que le brindaba aquella noche, aquel era el momento propicio de dar a conocer aquello que ocultó durante muchos años a todo el mundo…

Corrió las cortinas de su habitación y allí estaba colgada del perchero, el arma que él utilizaba para convencerlas de que se quedasen…

Una extraña sensación le envolvía, ¿sería Nuria la última?

Despavoridas gritaban pero, todas se zafaban de sus brazos llevándose las manos a la boca, cuando le veían a él con la herramienta de tortura en las manos, imaginando el lugar de la anatomía humana para la cual estaba dispuesta…

Hasta ese instante a cada una de ellas las había dejado intactas, nunca había podido violentar su cuerpo, ya que ellas lograban huir siempre,..

Una vez más su víctima fue escogida en el bar de copas que frecuentaba, joven y con un cuerpo espectacular, pechos grandes como a él le gustaban y de labios carnosos que invitaban a ser mordidos, para no levantar sospechas la había invitado a su casa…

Sonó el timbre y Pol fue a abrir la puerta, Nuria ya se encontraba detrás y él provisto con el albornoz la invitaba a entrar…

La entró en la casa jalando fuerte de su brazo, como si no quisiera que nadie la viese entrar, que su cita fuese un secreto como todas las demás habían sido…

Una vez en el salón, no la dejó sentarse, la agarró de la cintura y la acercó tanto a su cuerpo que los latidos de sus corazones se unían en una simbiosis armónica, que les hacía bailar de amor…

Sus besos eran imanes selladores que no les dejaban respirar y sus gemidos eran provocados por aquellos chasquidos de sensaciones acumuladas…

La invitó a que entrase en la habitación, poco a poco le quitó la ropa, hasta que la lencería fuera lo único que cubría sus carnes.

Los dos cayeron sobre la cama, su amor se había desbordado, y Pol entre caricia y caricia intentaba disimular para que Nuria no viese aquel aparato encima de la mesilla de noche…

De pronto la tormenta les dejaba a oscuras, no había llovido en un año y tenía que llover en aquel instante, se dijo Pol, que a palpas y sin poder evitarlo metió el dedo en el ojo de su novia. Le pedía perdón insistentemente, pero, Nuria en lugar de quejarse pellizcó la nalga de Pol provocando en él una risa histérica.

Aquel apagón estaba durando demasiado y su intención era terminar cuanto antes aquello, pero, así a oscuras no acertaba a coger lo que necesitaba. La joven no aguantaba y se montó encima de él. La negativa de él no cesaba y entonces llegó la luz, aquella imagen Pol no la olvidara nunca, viendo a Nuria en cuclillas que le mostraba el pene descomunal que le colgaba entre las piernas…

Aunque la sorpresa de ella no fue menor que el diminuto e insignificante colgajillo que Pol llevaba adherido a su cuerpo…

Nuria no pudo evitarlo y soltó una carcajada, risa aquella a la que Pol se unía, estirando el brazo y cogiendo el alargador de pene que había estado allí toda la noche para ser usado.

©Adelina GN

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