-Papá.
-Dime.
-Que no quiero fruta.
-Hay que comer de todo.
-Es que no puedo más. He comido mucho.
-Cómete una mandarina que son muy pequeñas.
-Es que no quiero fruta…
-La fruta es necesaria. ¿Tú sabes que el hombre desciende del mono?
-¿Y?
-Pero el hombre se mueve sobe dos extremidades en vez de cuatro.
El hijo mira escéptico a su padre esperando una tontería y dice de nuevo:
-¿Y?
-Pues que seguramente es que se puso de pie para alcanzar mejor la fruta de los árboles. La fruta es nuestro alimento natural.
El niño empieza a reírse y le dice a su padre.
-¡Vaya teorías tienes, papi, más estupendas!
Y se pone a andar a cuatro patas imitando a un mono que habla y dice:
-¡Um!¡Qué buena debe de estar esa pera! Voy a ver si la cojo…
Entonces el niño, haciendo el mono, se pone sobre sus patas traseras y exclama:
-¡Ah, qué idea tan buena he tenido! ¡He descubierto cómo ponerme de pie! A partir de ahora andaré siempre así.
El niño empieza a reírse de su padre que le dice.
-Hijo mío, nada de mandarinas. Te vas a comer el melón tú solo por burlarte de tu padre.
-¡No papa! ¡Si la teoría esa es buenísima!¡Me ha encantado! -Sin dejar de reírse. Y vuelve a ponerse a hacer el mono apoyando las manos en el suelo.
-Hijo, levanta y coge una mandarina.
-No puedo, papá. Creo que me he quedado a cuatro patas. ¡Será de no comer mandarinas!
-A ver, hijo. Haremos una cosa para que no te tenga que castigar, si dejas de tomarme el pelo. Nos vamos a comer una mandarina entre los dos.
-Es que no quiero fruta, papi.
-Entre los dos, hijo- insiste el padre queriendo hacerle ver que no es mucho sacrificio.
-Ya te entiendo papá. Como colegas, ¿verdad? Con lo que une a un padre y a su hijo compartir mandarinas… ¡Esas cosas no se olvidan! Cuando seas mayor y te mueras te recordaré. ¡Tantas mandarinas como comimos juntos! Que bonito recuerdo será. Pero es que ahora no quiero fruta, papá.
-¿Ves por qué digo siempre que tengo dos hijas y un cabrito?
-No me gusta que digas eso de mí.
-Hijo mío, es que tú eres un cabrito. Pero es solo porque tienes nueve años y estás aún en pleno crecimiento. De mayor no serás cabrito. Dame tu consola. La wii esa. Ahora mismo. ¡Ya me estás hartando!
-¿Pero tú no te ibas a tomar media mandarina, papi? Ni hablar. Nada de consolas hasta que acabes de cenar.
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