El tacto de la seda
hace cosquillear mis dedos
una centella me recorre
hasta el aullido.
Quiero y no quiero
quitar ese envoltorio
delicioso.
La promesa de una tela
más ardiente
resuelve mis dudas.
El tacto de la seda
hace cosquillear mis dedos
una centella me recorre
hasta el aullido.
Quiero y no quiero
quitar ese envoltorio
delicioso.
La promesa de una tela
más ardiente
resuelve mis dudas.
Para comentar debe estar registrado.