RECORDANDO A QUEVEDO.

Hoy debo transigir porque mi suerte
ha impuesto que mi vida sea extraña;
y espero solitario a que me taña
la funesta campana de la muerte.

Y temo que al llegar me desconcierte,
con su túnica negra y su guadaña;
pero si tu cariño me acompaña,
mi espectro quedará para quererte.

Y si después, allá donde muriera,
pudiera estando muerto recordarte,
marcharía sin miedo de esta acera,

lanzaría mi vida a la otra parte,
y no estaría muerto si pudiera,
después de fenecer, de nuevo amarte.

© Gregorio Tienda Delgado.