Particularmente siento la tarde empalidecer
junto a la brisa leve del verano,
junto a los primeros insectos nocturnos tímidos.
Lentamente la tarde se torna noche
y el lago se tiñe de negro.
La calma contínua prevalece al final del día.
Su paz predomina a la extinción de otra jornada.
Todo se detiene en la noche
al son de esos acordes de guitarra,
quietos como la quietud misma.
Noctámbula y serena contemplo desde la altura
las calles colmadas de silencio, de vacío
y llenas de un mundo desconocido para el resto.
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