Diversos corresponsales me han escrito preguntándome sobre el modo de acostarse con la esposa o hija de su mejor amigo, por lo que, en la medida de mi experiencia al respecto -limitada a dos o tres mujeres, debo advertir- doy a continuación unas nociones -forzosamente breves y resumidas- en cuanto a savoir faire en los aspectos más importantes del problema.

En primer lugar, le preguntará usted qué lado de la cama prefiere, y se lo cederá EXPRESAMENTE, aunque sea el que usted acostumbra a usar. Si ella se cepilla el pelo, o se aplica algún tipo de crema, etc., usted ojeará algún libro o revista, asegurando que es su costumbre, y sin dar la menor muestra de impaciencia.
No se le ocurra fumar en la cama si ella no lo hace, ni pedirle permiso para hacerlo, porque es posible que ella se lo conceda por urbanidad o timidez, aunque le moleste. Cuando ella se desnude, absténgase de todo comentario del tipo “vestida pareces más delgada”, “nunca hubiera imaginado que tuvieras esa verruga ahí”, “el pelo parecía tuyo”, “no me dijiste que estabas operada”,etcétera. Puede usted, sí, hacer alguna glosa galante o amable sobre sus formas, siempre dentro de los más estrictos límites del buen gusto.
Si ella le hiciere cualquier comentario sobre un tema de actualidad, o le relatare alguna experiencia personal, deberá usted mostrar el mayor interés, apoyando su relato con algún breve comentario de vez en cuando.
Una vez acostados, si ella lee o fuma, usted también puede hacerlo, pero DE NINGUNA MANERA mantener encendida la luz para leer usted, si ella la ha apagado, ya que puede ser señal de que ella necesita oscuridad para dormir (como le sucede a gran cantidad de mujeres). La cama ha de tener la ropa que ella estime necesaria, incluso si para usted resulta demasiada, o demasiado poca, conforme a su costumbre o a la temperatura reinante en la alcoba. En caso de que ella ronque, evitará usted a la mañana siguiente cualquier alusión, directa o indirecta, a dicha circunstancia.
Puede darse el caso de que usted necesite levantarse durante la noche para ir al lavabo: ES MEJOR QUE EVITE HACERLO por no despertarla, pero, si no le es posible evitarlo, lo hará en el mayor silencio posible; si ella por su parte lo hace, usted, caso de advertirlo, fingirá seguir durmiendo, sin darse por enterado.
Si la proximidad obligada por la situación le pone a usted en estado belicoso, ha de levantarse (silenciosamente) y, abriendo el congelador de la nevera, introducir allí la fuente de sus problemas para conciliar el sueño, durante el tiempo suficiente -que es distinto para cada persona, en función de diversas variables, entre otras la edad y aspecto de la mujer o hija de su mejor amigo-. EN NINGÚN CASO abandonará usted el lecho, ya que este abandono podría ser tomado a desprecio, enojo o disgusto.
Por la mañana, preparará usted el desayuno, a no ser que observe, intuya (o sepa) que a ella le produce placer hacerlo, en cuyo caso NO DEBE INSISTIR en hacerlo usted.
Si lo hace, deberá informarse con anterioridad -por ejemplo, por medio de su mejor amigo- de qué clase de desayuno prefiere ella: si toma zumo o no, si le gusta el café más o menos cargado, con o sin leche y azúcar, tipo o marca de mermelada que (en su caso) le complace por lo general, si le gusta el pan, las pastas o los pasteles, así como si prefiere desayunar en la cama, en el salón o en la terraza -caso de que la casa disponga de una-. Preparado el desayuno, se lo llevará usted al lugar elegido. Todo lo necesario (incluyendo la nevera) lo habrá usted adquirido o preparado la tarde anterior, antes de que ella llegue.
Ah, y por supuesto, no se le ocurra tocarle un pelo; incluso si ella lo desea y lo solicita, usted formulará un pretexto cualquiera: cansancio, migraña, impotencia temporal, incluso una enfermedad venérea, si fuera necesario.

Recuerde que es la mujer o la hija de su mejor amigo