Me queda poco tiempo, estoy seguro de eso; pero no tiempo de vida, sino de espacio; ese lapso en el cual se pueden y se deben hacer las cosas. Por mucho que se diga que nunca es tarde, que mientras exista vida hay oportunidad, concurre una premisa fundamental e inviolable, y es el momento en que se debe y se necesita hacer y alcanzar aquello, lo que sientes que falta, lo que te atormenta, agobia o suspiras por concretar; aquello que sabes que está pendiente. Porque a veces es esa la respuesta, la solución final, o tal vez una parte sustancial. A veces es eso lo que te permitirá ver y hacer para ti el resto de la existencia, lo que te otorgará verdadera libertad, tiempo y la intrínseca felicidad; sí, eso, lo que cada quien entienda por felicidad… Estoy seguro, me queda poco tiempo, lo percibo en cada poro de mi piel, cuando me miro al espejo, cuando siento que pienso y dejo de existir; cuando la rutina me absorbe y me golpea a la cara la realidad de una existencia limitada a lo sistemático, lo básico, lo intrascendente… Se agota el espacio, se reducen las opciones, se cierran puertas que no sabía que existían, resonando en mi interior como pesados fardos cayendo sobre una ladera; sí, esa ladera, la que supera el punto de no retorno… ¿Rendición?, aún no; ¿esperanzas reducidas?, allí están, de mi lado, acrecentándose, fortaleciéndose en mi contra. Las detesto, pero la mente se debilita y parece caer subyugada por el fenómeno que entiendo como la “consumación de la normalidad existencial del ser humano productivo promedio”, sometido a su propia impotencia, canalizándola hacia el conformismo, la aceptación de lo supuestamente ineludible, y, finalmente, la fatal resignación… Camino, me dirijo hacia ese, aparentemente, inexorable destino, que ni siquiera es necesario que alguien designe, simplemente llega como consecuencia; porque eso es, el efecto final, el contundente, el que marca el resto de la vida como escritura en la roca… Es poco lo que queda, el querer ya no es suficiente cuando el hiriente descarrío reduce la capacidad de superarse a sí mismo. La suerte, indiscutiblemente, está por dirimirse.
Sobre el Autor
Augusto I
Siempre he deseado realizarme como escritor. Redacté mis primeros cuentos a la edad de 16 años y me atreví a escribir mi primera novela a los 18, sin embargo, con todos esos trabajos de adolescencia y juventud, no he hecho más que mantenerlos en reserva, por diversas circunstancias. Con el pasar de los años he trabajado en diversos relatos y otros intentos de novela. También he participado en concursos literarios nacionales, tanto en novela como en cuento y relatos. En 2011 participé en el Concurso Ricardo Miró, el más importante de Panamá, con una colección de cuentos de temática variada y bastante oscura, logrando que uno de los miembros del jurado resaltara mi esfuerzo y me empujara a trabajar y mejorar. En adición, produzco variados relatos y textos sueltos de temática suspense, terror, prosa poética e intriga; que publico en plataformas libres. También, mantengo un proyecto de novela breve titulada Primordiales, recién concluida y en revisión, en las plataformas Me Gusta Escribir, Inkspired y Wattpad. Como todo aspirante a ser escritor publicado, hay más trabajo en reserva del que se puede o debe enumerar en una nota biográfica. Aunque estimo que no he hecho los esfuerzos necesarios o suficientes para lograr ser un escritor publicado, no me he detenido, y considero que cada vez estoy más cerca de lograrlo. Ofrezco mi talento a consideración de todos ustedes.
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1 comentario
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Hola, Augusto. Acabo de leerte por casualidad, ya que tu texto fue publicado hace bastante tiempo Tienes mucho que decir, que es justo lo que demasiados escribidores infravaloran, porque algunos de ellos quieren ser escritores pero tan solo parlotean por escrito. Por lo tanto, tú con eso ya tienes mucho ganado. Se percibe un nivel de conexión muy intensa contigo mismo al escribir, lo que te da una gran profundidad, junto con un nivel intelectual superior al de otras personas. Parece aflorar cierto pesimismo, cosa que también implica penetrar en una capa más honda que la de las sonrisas superficiales.
También quiero decirte que tienes algunos fallitos. Mucha gente los tiene y no les digo nada, y de hecho es que no puedo comentar a los miles de usuarios de Desafíos Literarios. Si te lo digo a ti es porque coincide que te he leído, que me ha gustado lo que escribes y también cómo lo escribes, que he tenido tiempo de contestarte, que me identifico un poco contigo en algunos aspectos, y otras muchas circunstancias. Que nadie, ni tú tampoco, interprete que eres peor o que son peores los demás. Al contrario. Vamos, que no quisiera ofender ni desmotivar a nadie, ni por comentarle ni por no comentarle.
Debes quitar urgentemente lo de los famosos poros. Los relatos que recibo están siempre llenos de los benditos poros. Hay que repasar la puntuación. Y como es un texto corto conviene reservar una última información o impacto para el final quizás, pero bueno, es una opinión y tu post es muy respetable. No hay reglas universales para esto. Para según quién, tu escrito va a tener pocas imágenes y le va a resultar algo espeso. Pero eso puedes arreglarlo fácilmente.
Resumiendo mi modesta opinión, es interesante, parece el inicio o un fragmento de un texto más extenso. Podrías mejorarlo un poco, porque lo vale. Tienes un tema o muchos importantes y absolutamente universales, como las expectativas, nunca totalmente cumplidas, la finitud de la vida, la misión personal, el desencanto de los años… Hay mucho que sacar de tu cabeza. Además se presiente un personaje literario y una peripecia por contar.
Si deseas comentar algo más, soy Enrique Brossa en Facebook, o también puedes mandar mensajes desde aquí, clicando en Contacto, en el menú. En todo caso, te deseo buena suerte y que cumplas pronto tus objetivos.