Ya calcificadas mis cenizas extrañan tu luz.
Y ven el cielo que desfallece de silencio
sin el rayo y sin la lluvia.
Mis palabras son alas quemadas,
su canto es eco en el desierto.
Nadie extraña su ánima sonámbula
transparente en letanías amorosas.
Sus latidos cantan cuando vienes,
bailan cuando ríes…
Y lloran si predicen tu ausencia,
porque no hay augurio más grave.