Te vi y me vi cayendo en el precipicio, en dirección al cielo donde las vistas pasan en ralentí, como cuando viajo pegada a la ventana y el mismo paisaje me acompaña un rato, el sol casi no se mueve  y las nubes están fijadas como si formaran parte de un cuadro.

Finjo que no me importa, que cojas otros raíles y los sigas hasta el final. Te observo desde al  lado, porque aunque no coja tu mismo tren siempre espero verte en la estación.  Me viste reír y te reíste conmigo, luego solo escribo cosas tristes pero porque todo lo bueno lo gasto en una tarde contigo.

Y me lo quitas todo y me lo das todo, a cada abrazo sonarían cien canciones, como cuando nos besábamos hasta que se repetían y ya era menos cuarto; hora de irse, despedirse.

El tiempo contigo no pasa, como un vídeo en VHS que ya pasó de moda, pero prefieres verlo así. Me gusta así, me gustas así, tocándote el pelo y mirándome de reojo, dándome la mano sin querer, queriendo abrazarme sin destrozarme, flotar en una casa contigo, ponerte un anillo, que nadie lo vea y solo vernos a nosotros, mirarnos a los ojos.

Finjo ser tu amiga porque así no tengo que fingir que estás, me conformo al otro lado del teléfono e intento hacer las cosas bien. Olvidar que ya no me quieres, creer que no te quiero y avanzar mientras este hilo rojo va directo a tu bolsillo; de mi mundo al tuyo, como dos almas y dos vidas aprendiendo a no quererse, siendo felices o soñando con serlo.

Me he equivocado tantas veces que duermo con el error al lado, le miro y no me molesta, pues ni cien como él harán que me arrepienta, de hablarte, de buscarte, de temerle al tiempo si no estás, que avance y avances, que me vaya y te marches, que te cases y me muera, que te pongas triste y yo lo sepa.

Hablar de ti es escribir de mi, evolucionar a la par pero a la pata coja, como el que trabaja y vuelve a casa con la sensación de que algo falta. Solo nos damos un poco de todo, pero nunca del todo, conformándonos con lo que hay creyendo que es lo que toca, porque así lo hemos querido, porque así ha sucedido. Y yo no quise esto, ¿lo quisiste tú?

Regresarán los atardeceres y siempre veré tu silueta por aquí cerca, tu manera distinta de andar con aire despreocupado y la mente a toda prisa, con una sonrisa verdadera, acercándote a mí; juntando infancias y borrando barreras.

Así te veo venir, así te imagino aquí, año tras año, en memoria a los que ya han pasado. Nos imagino sin la cara gacha porque lo importante era vernos, tocarnos como si pudiéramos no ser los de siempre, romper tensiones, relajar los hombros, darnos cuenta que no somos imaginaciones, que fuimos, somos y seremos en cualquier de los rincones.

Porque este mundo sin ti sigue siendo un mundo, pero nada empieza, todo sigue, no hay emociones fuertes solo simulaciones, momentos transitorios en los que me sobran los motivos para ir a buscarte, coger un barco y zarpar, soltar todo mi lastre y encerrarnos a parte, pues ahí me veré como en casa, entrelazando las piernas, apretando las manos, mirarte hasta cansarme y decirte lo de siempre y que nunca te conté, que eres ese alma gemela de la que todo el mundo habla y pocos llegan a conocer.

Quédate porque ya sé que es esto sin ti, es evadirse de la realidad y no vivir de verdad, ser consciente de lo finito, nunca ir más allá, romper platos y no oír el ruido, bañarse en el mar y no notar la sal, leer hasta dormirse y  no acordarse.

Te vi y me vi cayendo en el precipicio en dirección al cielo donde las vistas pasan en ralentí, como cuando te mueres y lo sabes y lo ves todo fluir. Morir contigo sería volver a vivir, así que ven y cae conmigo y haya lo que haya al final ríete una vez más.

Voy a congelarlo todo, así que quédate ahí, porque todo está a punto de arder y yo quiero contigo y por si lo dudabas, a ti también.