Me nutro de sueños tapiados,

de besos que el tiempo encapsuló,

solo respiro un aire portador de risas,

pero son forzadas por el hambre 

con el que alimentamos desengaños.

Huelo el perfume salado,

de unos labios agrietados,

de unas manos que tiemblan

cuando las quiero acariciar.

Siento que todo mar es un océano 

de tormentas y olas ficticias, 

de naufragios y maniquíes, 

por el que me empeño en navegar.

Me arrojaría a las vías del tiempo

para lograr detenerlo,

dejándome caer por ese precipicio 

al que me arrastra el instinto.

Será que vivir no tiene remedio

o que solo la poesía es mi consuelo.


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