Todas las mañanas son iguales para Luisa. Tras luchar contra las facturas sin pagar, los mocos del pequeño y el mal humor del marido, camina con prisas hacia la oficina. Tras subir cuarenta plantas y sin apenas saludar a nadie, se dirige hasta su puesto de trabajo. Recoge lo que necesita, abre la ventana y respira el aire gélido a la vez que contempla el mar de cristal y hormigón de más abajo, sabiendo que algún día —¿por qué no hoy?— sus sueños se convertirán en tozuda verdad.
Sin dar tiempo a más, de un ágil salto atraviesa el ventanal abierto al exterior.
Cae sobre el pequeño andamio con el que limpia los cristales de la fachada. Se ajusta los auriculares y escucha los números premiados de la lotería. Por si alguna vez su maldita existencia equivocara el camino.
( incluido en el libro de relatos: Hojas Incendiarias. Editorial Tregolam 2018)
La pregunta del millón: ¿Por qué no hoy? ¡Muy bueno!
Osvaldo, muchas gracias
He sufrido un golpe de vértigo con ese salto al vacío. Breve pero contundente. Te felicito una vez más.
Enrique, muchas gracias